Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
No cabe duda que al Atlético de San Luis le cayó una maldición tras despedir a Poncho Sosa de la dirección técnica.
No solo el estratega sustituto, el uruguayo Gustavo Matosas resultó un petardo (cinco derrotas y dos triunfos), sino que ahora ya no será seguro asistir a los partidos en el estadio Alfonso Lastras.
Mientras tanto, el CEO del club, Alberto Marrero engalana las portadas del corazón, como la revista Quién.
Difícil que el Lastras se salve de un veto de la Federación Mexicana de Futbol, si se toma en cuenta que aplicó esa sanción contra el Veracruz, hace dos torneos, por una bronca en las tribunas. Sobre todo porque la de anoche, durante el partido con Querétaro, estuvo peor.
El colmo es que el siguiente duelo, que sería a puerta cerrada, lo jugará San Luis contra el América, el equipo más esperado de la temporada como local.
¡Les urge una limpia!
¿Rodarán cabezas?
Los que se vieron rebasados por los desmanes en el estadio Alfonso Lastras fueron los policías -tanto los del estatal Jaime Pineda Arteaga como los del local, Édgar Jiménez Arcadia-, algunos de los cuales terminaron heridos por la muchedumbre.
En momentos así es muy difícil contener la ira colectiva, pero la división de los aficionados no se hizo bien, ya que las agresiones fueron directas entre los seguidores del Atlético de San Luis y del Querétaro.
Entre semana, muy orondo, el mando municipal Jiménez Arcadia salió a decir que el operativo estaría reforzado «dentro y fuera» del inmueble, con la presencia, inclusive, de la Guardia Nacional. Pero, ¿en qué cancha estaría jugando Pineda?, porque no se le vio.
Una y otra vez se advirtió que este partido, por más que hayan pasado varios años de no celebrarse, despierta muchas pasiones y todo terminó en un operativo “fallido”.
Dos que debió soportar el país en unos cuantos días.
Donde el miedo no anda en burro es entre quienes deciden las políticas de seguridad pública en San Luis Potosí.
Y es que con lo sucedido en Culiacán se encendieron las alarmas, por lo cual se ordenó desplegar un mayor número de elementos para proteger a los funcionarios que asisten a las reuniones de seguridad del C4.
Asimismo, por las calles hay más efectivos de seguridad que lo percibido en otros días.
Ahora sí que las prefirieron prevenir que lamentar, pero, ¡ojalá así fuera todos los días!