
Los niños que fuimos
Hay un modelo maduro y rebasado para comprender la interacción entre la generación de conocimiento, su aplicación y el impacto en mercados: la triple hélice. En éste, se hace una analogía mecánica donde cada hélice representa, respectivamente, a la academia -léase universidades en el modelo original-, el estado y la iniciativa privada.
Este modelo, otrora interesante, queda muy corto y describe pobremente la situación, actual, incluida la mexicana, de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Una representación más apropiada y actualizada es concebir un ecosistema CTI, en el cual productos de un vector en el ecosistema alimenta a alguno otro. Es decir, por ejemplo, los graduados de Centros Públicos de Investigación, CPIs, o de universidades, se contratan en otras instituciones educativas, la iniciativa privada, organizaciones no gubernamentales, ONGs, entidades de gobierno, organismos internacionales como la ONU, UNESCO, OCDE u otras mas.
En similitud, para productos de innovación en el mercado, los desarrollos tecnológicos desde universidades o CPIs se adquieren en otras universidades, eso es frecuente, o bien en empresas para sus trenes de producción, en ONGs para monitoreo y auditorías, como en el caso de riesgos e impactos ambientales, también en entidades de gobierno para certificar ONGs o bien para satisfacer necesidades de interés público, ya medioambientales o de seguridad pública, por decir algunas.
La comprensión del sistema CTI requiere de mayor entendimiento para establecer políticas públicas claras hacia el beneficio humano, de todas las partes y estratos sociales.
Pero si directivos de instituciones no cuentan con la experiencia, entrenamiento o vocación siquiera, entonces los modelos rebasados, como el de triple hélice, siguen siendo recurrentes en discursos. Los planes y programas, cuando los hay, se convierten, de nacimiento mismo en obsoletos.
Con entendimiento empobrecido se toman decisiones de cerrar laboratorios para fabricación de prototipos, que emergen de conocimiento nuevo, publicado en las mejores revistas del área respectiva y que está patentado. Se proponen cancelar programas y anular órganos consultivos colegiados, pueden tanto emitir convocatorias tardías como tener subejercicios presupuestales y muchas otras disfunciones. Prevalece la ausencia científica en órganos internacionales; todo con consecuente inducción de retraso a México.
Toda vez que es frecuente que los directivos hayan hecho carrera profesional científica, no en la de administración, una alternativa es consultar a científicos con experiencia en un ámbito que el directivo no la tenga. Sin filias ni fobias. Las instituciones no son botines e grupos sino que son de servicio público.
De ahí la relevancia de los órganos colegiados en ciencia. Sería sensato reconocer que, incluso, la experiencia científica sólo es en alguna disciplina específica.
Los productos de la actividad en CTI son: Graduados altamente capacitados; desarrollos tecnológicos, incluso con registro de patente; proyectos bajo demanda específica -lo que se necesita o requiere se haga dentro de lo que se puede hacer- y resultados de demanda libre -lo que se quiere dentro hacer de lo se sabe hacer-
Con esta lista de productos y una vasta variedad de los mismos es que el ecosistema de CTI debe ser construido. Es deseable que, con precisión, sin ambigüedad ni ambivalencia, se diseñen políticas públicas para CTI.
El modelo de ecosistema CTI no depende de ideología socio-política. Sería pertinente usarlo para establecer programas nacionales y no con ocurrencias como se hacer recientemente.