El gobierno da línea: 12 por ciento de aumento al mínimo
Lo que vimos el pasado domingo no fue ni el tercero ni el Primer Informe de López Obrador.
No, en realidad los mexicanos entramos al “túnel del tiempo” que nos llevó de vuelta a los años del más rancio culto al presidencialismo; años del partido hegemónico, de la vulgar antidemocracia, del “agandalle” político y de la lucha “del poder por el poder”.
Y es que en Palacio Nacional más que la rendición de cuentas del gobierno de Obrador, lo que vimos fue “la reedición de la pesadilla” del sexenio de otro López; el que defendería el peso como perro; López Portillo.
¿Y cual fue la pesadilla de “Jolopo”?
Casi nada, que el domingo pasado volvimos al poder de un solo hombre, al poder avasallante, sin contrapesos, sin límites, que violenta desde la ley más pequeña hasta la Constitución; que exigió el culto total a la personalidad presidencial y que lleva el país a la ruina.
Sí, durante más de 90 minutos del pasado domingo presenciamos la reedición del más viejo PRI de la historia; regodeado en toda su gloria de partido hegemónico, autoritario y que a la mala “se roba” el poder.
Ese viejo PRI depredador que gusta del poder por encima de la ley y que hoy se llama Morena; que tiene en los añosos Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett, Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard y en el propio López Obrador a sus más conspicuos representantes de siempre; “chapulines que nacieron en el PRI, mutaron al PRD, algunos de ellos al PT pero todos hoy se asumen como de izquierda en esa “Casa de la Risa” llamada Morena.
Y es que –guste o no a los santones de Morena–, hoy todos son la más acabada expresión del PRI de Echeverría y López Portillo; PRI ratero, nada democrático, “gandalla”, y enfermo de poder; el PRI contra el que luchó toda la izquierda que hoy también se refugia en el zorrón del PRI, llamado Morena.
Pero esa es la verdadera tragedia del tobogán del tiempo al que fuimos llevados el pasado domingo, en Palacio; la tragedia de que la izquierda que hoy dice gobernar; los herederos del anciano Partido Comunista, del PSUM, del PMT y del PRD, son los mismos que serviles y abyectos se lanzan al suelo para ser pisoteados por el único, el todopoderoso, el jefe máximo, el presidente llamado “Andrés López Portillo”.
Y es que durante el mensaje de López Obrador no sólo fue obsceno el culto al presidencialismo sino grotesco y grosero.
Por décadas –así lo consigna el Diario de los Debates–, los opositores del Partido Comunista, del Partido Socialista Unificado de México, del Partido Mexicano de los Trabajadores, del viejo PST y el joven PRD, cuestionaron el grosero, inmoral, obsceno y abyecto culto al presidencialismo priísta.
Por si lo olvidaron, vale recordar que durante décadas esos opositores de la izquierda mexicana exigieron transparencia y fin a la opacidad; por décadas exigieron políticas públicas claras y el fin del clientelismo vulgar, y durante décadas, se empeñaron en el fin de la “Partida Secreta” y por quitarle al PRI el nada democrático control de los máximos órganos del Congreso.
Por décadas esas izquierdas combatieron el amor y el clamor por el poder en manos de un solo hombre, cuestionaron el viejo presidencialismo y, sobre todo, exhibieron la compulsión priísta por el engaño y la mentira.
Sin embargo, el pasado domingo vimos a toda esa izquierda aplaudir sin freno y sin pudor el culto al único, infalible e imperturbable; aplaudir el culto a la unanimidad y al pensamiento único; aplaudir al tirano triunfalista que, por si fuera poco, ofendió a los opositores, mientras Beatriz Paredes, senadora del PRI, ofreció en el Congreso –al que Obrador se negó a acudir–, una lección de congruencia y honestidad política, un discurso histórico que concluyó con un llamado a realizar un gran pacto nacional a favor de la seguridad.
Pero embriagados en el presidencialismo de hoy –igual que el ciego y sordo presidencialismo de López Portillo–, nadie en Morena y en el gobierno escuchó a los opositores.
Y resultaría de risa, si no es por el grave ridículo que significa para el país, que los viejos de la izquierda de ayer –Alejandro Encinas, Pablo Gómez, Martí Batres, Taibo II, Dolores Padierna y muchos otros que pululan en el nuevo gobierno–, hayan sido los más críticos del viejo presidencialismo del PRI y que hoy, enfundados en el nuevo PRI que es Morena, sean los más serviles aplaudidores del presidencialismo lopistas.
Otra vergüenza del domingo pasado es que empresarios herederos de mártires de empresa como Eugenio Garza Sada y Manuel Clouthier –que dieron la vida contra el populismo de Echeverría y de López Portillo–, hoy aparezcan entre los principales aplaudidores del populismo de Obrador.
Sí, el domingo fuimos llevados al “túnel del tiempo” que confirma que la historia se repite, como comedia o como tragedia.
Hoy la comedia y la tragedia se llaman López Obrador.
Al tiempo.