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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 7 de julio de 2019.- A lo largo de los años, en todo el país, las marchas por el orgullo gay habían sido la concentración de la comunidad LGBTI para observar a lo que despectivamente se les llamaba “las vestidas”, donde principalmente hombres, aprovechaban para sacar a su yo verdadero, pero hoy celebran de distintas maneras.
Este sábado 6 de julio, fue el turno del estado potosino para celebrar la Octava Marcha por el Orgullo Gay, que se desarrolló sobre la avenida Venustiano Carranza.
Sobre ella, la mayoría de sus establecimientos, entre restaurantes, bares, hoteles y hasta condominios colgaron la bandera del arcoiris, mostrando una clara aceptación hacia este sector que desde tiempos remotos ha sufrido discriminación por sus preferencias sexuales.
El punto de partida sería el Parque Morales, allí, miles de personas con diferentes preferencias de género, pero con la misma esencia del amor, se concentraron; hombres, vestidos de sus más grandes sueños, al ritmo de canciones de Lady Gaga, Queen, Gloria Trevi, entre otros artistas, llegaron en enormes plataformas; ya sea vestidos de lentejuelas, shorts o minifaldas que delineaban unos cuerpos contorneados, pero lo más importante, era su sonrisa, que denotaba la felicidad de ser gay sin tener que ocultarlo.
Durante el trayecto, hacia la Plaza de los Fundadores, vehículos que transitaban en sentido contrario a la marcha, tocaban constantemente el claxon para hacerles saber que ya no están solos, que hay una sociedad que ha quitado los candados de su mente y que hoy por hoy lo único que importa es lo que hay en el corazón, lo que acompañaban con gritos de efusividad, banderas gay que adornaban sus vehículos.
Así también, se pudo encontrar a una mujer de edad avanzada, doña Ana, quien feliz y con un cartel ofrecía abrazos de mamá para aquellos a quienes sus familias no aceptan sus preferencias; gustosa brindaba palabras de aliento a todos los que se acercaban a ella, haciéndoles ver que el amor siempre será el amor, lo que hizo que algunos gay derramaran lágrimas por tan noble gesto, a muchos de ellos, si les hace falta el amor de mamá.
En su mayoría, se podía ver a familias que en las partes traseras de sus autos viajan con niños de todas las edades. Esta vez ya no hubo huida para evitar que vieran a los integrantes de esta comunidad, por el contrario, hubo explicaciones sobre la diversidad de género, y hubo comprensión de los pequeños que solamente percibían felicidad entre los asistentes, que por lo demás se portaron bien, porque también hubo tiempos de exhibicionismo que los estigmatizó entre las personas heterosexuales.