Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
A pesar de haber sido uno de los constructores de la figura revolucionaria comunista de Fidel Castro y de haber apoyado a la revolución cubana en la etapa de su represión autoritaria, el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa devino en un furioso crítico del socialismo y del populismo como su hijo bastardo.
Ahora mismo acaba de estar en Guadalajara, acunado por el grupo expriísta y experredista de la Universidad de Guadalajara, para encabezar una nueva ofensiva contra el populismo de López Obrador y Morena, sólo que con argumentos ideológicos de defensa del neoliberalismo en su fase mercantilista y monetarista, no ideológica-filosófica.
Los argumentos del escritor son medianos: anti Estado. En su libro El llamado de la tribu (2018) explicó su tránsito de la izquierda de la clase obrera a la derecha de los valores empresariales per se. Pero su insistencia en su crítica al populismo con argumentos válidos pierde eficacia reflexiva cuando se compromete con el funcionamiento del libre mercado, alejándolo de cualquier tentación, por tibia que sea, socialdemócrata. Como español milita en el partido Ciudadanos, definido como de la nueva derecha social española, ajena al franquismo latente en el Partido Popular.
La confusión ideológica que aqueja a Vargas Llosa se puede resumir en el modelo oxímoron que asumió en febrero de 2011, cuando siendo declaradamente republicano como forma de gobierno, aceptó su sumisión a la Corona Española cuando fue coronado investido con el cargo nobiliario de Marqués de Vargas Llosa por el rey Juan Carlos I por sus méritos literarios. De todos modos, el título de Marqués lo obliga, por ejemplo, a hincarse frente al Rey y a proteger y mantener el régimen monárquico ya en decadencia en España por millones de españoles que se sienten ciudadanos y no súbditos.
El itinerario ideológico del Marqués de Vargas Llosa pasó del comunismo al neoliberalismo, los dos extremos. En su libro El llamado de la tribu define a sus nuevos ideológicos –después, desde luego, de los castristas–: Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich von Hayek, Karl Popper, Isaiah Berlin, Raymond Aron y Jean-François Revel. Smith es el padre del mercado y de la “mano invisible” que acomoda los intereses, von Hayek es el ideólogo del neoliberalismo conservador anti Estado y Revel –otro renegado ideológico, en concepto de Isaac Deutscher– es de los modernos ultraderechistas regresados del frío ideológico del comunismo soviético.
El anti populismo del Marqués de Vargas Llosa no es ideológico, ni racional; viene, más bien, de comportamientos políticos de furiosos populistas como Hugo Chávez y Nicolás Maduro; en cambio, su neoliberalismo es típico de la ideología de mercado del Fondo Monetario Internacional: menos Estado, menos gasto público, avance social por el mercado. Su candidatura presidencial de 1990 salió derrotada porque su programa de gobierno era igual a la ideología económica del FMI, en tanto que el populista Alberto Fujimori ofreció todo lo que los peruanos querían escuchar en cuanto a apoyos sociales.
La vertiente monárquica del Marqués de Vargas Llosa no es propiamente literaria, sobre todo porque su novelística revolucionaria del estilo duró sólo tres novelas: La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966) y Conversación en La Catedral (1969); la posterior es convencional en estructura y temática. En términos de calidad literaria, el Marqués de Vargas Llosa está debajo de Julio Cortázar, Carlos Fuentes y José Donoso.
Como escritor, el Marqués de Vargas Llosa defendió a Fidel Castro, a la revolución cubana y al socialismo en su fase de construcción autoritaria; rompió con Fidel por la represión al escritor Heberto Padilla en 1971, pero guardó silencio cómplice por la represión a escritores cubanos en 1961 cuando Castro dijo aquella frase contundente del autoritarismo castrista; “con la revolución, todo; contra revolución, ningún derecho”. Al final de cuentas, el Marqués de Vargas Llosa y la revolución cubana se usaron para fortalecerse y rompieron cuando uno no necesitaba a la otra.
La popularidad del Marqués de Vargas Llosa es mediática, sus textos contra el populismo son argumentativos y no reflexivos, se basan en frases impactantes para medios y quedan por debajo de las reflexiones teóricas, históricas y de alternativas de, por ejemplo, Enrique Krauze. De todos modos, el Marqués de Vargas Llosa es nota para medios, no de ideas para el debate.
Deudas. El candidato ganador en Puebla, Miguel Barbosa, ganó por el apoyo del PT y del Partido Verde y la figura de López Obrador. Es decir, Barbosa llevó a Morena a un estrepitoso fracaso porque obtuvo apenas el 37.8% de votos logrados el año pasado, cuando fue derrotado dos veces –en urnas y en el recuento– por la panista Marta Erika Alonso. Los 300 mil votos del PT y del PV le costarán Barbosa posiciones clave de gobierno. Queda, ahora, analizar si la abstención fue repudio a Morena o a la oposición, o a los dos y Puebla quedó al garete en términos político-partidistas.
Política para dummies: La política es la capacidad de definir alianzas, no de ser masa de oportunistas.
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