2025: los desafíos del desarrollo
Trump es un golpeador que ha aprovechado nuestros errores para agredirnos.
No tenemos política migratoria.
La frontera sur está abandonada, y eso no es asunto sólo de este gobierno, sino también de los anteriores. Con una diferencia, en la Casa Blanca ya no está Barak Obama, sino Donald Trump.
Y Estados Unidos ya no puede recibir a más inmigrantes ilegales.
México ha bajado considerablemente su flujo de ilegales hacia Estados Unidos, pero a cambio nos hemos convertido en país de un voluminoso tránsito hacia el norte.
Hay ocasiones en que los inmigrantes centroamericanos ingresan a patadas y en caravana por los pasos fronterizos del sur.
Ni siquiera quieren quedarse en México, ni nos respetan, sino que su objetivo es ir a Estados Unidos.
México, para muchos de ellos, es tierra de nadie.
Recientemente las autoridades migratorias mexicanas han hecho esfuerzos por mitigar el ingreso al país de personas ilegales, pero se hace de una manera emergente y no como una política migratoria con reglas establecidas.
¿Cuál es la consecuencia de esta ambigüedad de no tener política migratoria y que a la vez se trate de detener el flujo de migrantes de una manera desorganizada?
El resultado ha sido que, en tan solo cinco meses, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos haya detenido a 400 mil indocumentados centroamericanos, fundamentalmente hondureños y salvadoreños.
Ningún país, por rico que sea, aguanta eso.
Cuatrocientos mil inmigrantes indocumentados detenidos en cinco meses en la frontera sur de Estados Unidos.
No son mexicanos, sino centroamericanos que usan nuestro territorio para cometer un delito en la Unión Americana, que es internarse ilegalmente.
Eso no puede continuar, por nuestra propia seguridad.
Otro factor que ha quedado en evidencia en esta crisis migratorio-comercial con el gobierno de Trump, es que no tenemos una política de seguridad nacional.
López Obrador ha insistido en que ya no se pondrá énfasis en la seguridad interior, sino en la seguridad pública. Suena bien, pero por lo visto hasta ahora no se hace ni la una ni la otra.
Sí, hay que fortalecer, y mucho, la seguridad pública, pero sin abandonar la seguridad interior.
Los grupos del narcotráfico ya saben, por voz de nuestro presidente, que no serán un objetivo a perseguir.
Los grandes cárteles de las drogas crecen de una manera que ponen en peligro la soberanía nacional.
Cuando hay regiones importantes del país donde la autoridad es el narco y nuestras fuerzas de seguridad no tienen la capacidad ni la orden de hacerles frente, cuidado, es el país el que está en peligro.
Lo que sucedió la semana pasada en Zamora, en que treinta camionetas blindadas, último modelo, y con el logo del Cartel rotulado en la puerta, toman la ciudad, matan a policías municipales, se van sin que nadie les ponga resistencia ni los persiga y gocen de total impunidad, es un aviso muy grave.
Estamos hablando de Zamora, que no es ningún pueblito perdido en la sierra, y treinta camionetas blindadas y rotuladas que matan en la total impunidad.
Aquí podemos tomarlo como un incidente más, pero esos vacíos de autoridad siempre se llenan. Es un asunto de seguridad nacional
Somos vecinos de la primera potencia militar del mundo.
Estados Unidos no va a permitir que su vecino del sur se quede brazos cruzados ante los grandes grupos de narcotraficantes.
Hacia allá va gran parte de ese negocio ilícito y sanguinario. Cualquier incidente armado en la frontera puede servir de pretexto para que Trump monte en cólera y tome una decisión arrebatada.
Necesitamos una política de seguridad nacional, y no la tenemos.
La necesitamos no por Estados Unidos, sino por nuestra propia seguridad e integridad nacional.
Requerimos saber quién entra y a qué viene a nuestro país. Dónde se va quedar y cuánto tiempo va a permanecer. Eso no es violatorio de ningún derecho humano, sino reglas mínimas que todos los países tienen.
Necesitamos una política de seguridad nacional, porque se encuentra amenazada por grupos de narcotraficantes que tienen verdaderos ejércitos irregulares de sicarios, sin que sean objeto de persecución por parte de las autoridades federales.
Con medidas tan básicas como las anteriores, que no es otra cosa que poner la casa en orden, no sería tan fácil que Donald Trump tenga pretextos para agredirnos.