Diferencias entre un estúpido y un idiota
PRI: evitar el error español de
dividirse ante tropiezos de Morena
Carlos Ramírez
La fuerza de los grupos en el poder suele depender no de sus propuestas o cohesiones, sino de las divisiones en sus adversarios. España acaba de mostrar que el debilitado presidente populista Pedro Sánchez puede mantener el puesto por la fragmentación y falta de acuerdos de la oposición conservadora.
El bloque morenista en el corredor del poder presidencia-congreso-gubernaturas está mostrando su debilidad en la falta de unidad en la aprobación de iniciativas decisivas para su consolidación, aunque la oposición PAN-PRD-PRI está desbalagada en la Cámara de Diputados y cohesionada en principio en el Senado.
El relevo de dirigencia priísta en septiembre –que podría iniciarse formalmente el lunes con la publicación de la convocatoria– está mostrando una fractura que podría beneficiar a Morena. El riesgo que amenaza al PRI estaría en la falta de acuerdos internos que llevara a la salida de priístas del partido y su posible incorporación a Morena.
La clave del PRI se encuentra en la conformación de una coalición dominante interna, formada por representantes de todo el bloque de poder priísta: lo que queda de las corporaciones sociales, los jefes de las bancadas, los liderazgos locales, los gobernadores y hasta los empresarios contrarios al morenismo que no encuentran un espacio político de consolidación de fuerza.
Las tres posiciones visibles reales tienen su perfil claro: el ex rector unamita José Narro Robles representa los intereses del peñanietismo que llevó al PRI a la debacle, el gobernador campechano Alejandro Moreno Cárdenas Alito ha logrado posicionarse sin riendas del pasado –ni Salinas ni Peña– y el exgobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz trata de revivir a la militancia que siempre ha estado en el partido, que nunca ha contado y que en su mayoría sólo anda en busca de cargos públicos.
El PRI se encuentra en la orilla de su extinción. Su base electoral presidencial de 13.5% en voto por partido, 9.4% de los diputados, 10.9% de senadores y 40% de gobernadores no representa ninguna garantía de ser el piso, porque podría perder alrededor de 7 gubernaturas más y bajar su presencia electoral en las legislativas federales del 2021.
Por tanto, el PRI se juega su existencia en el relevo de su dirección nacional. En el 2000 y el 2006 el PRI se mantuvo como primera minoría en el legislativo y desde ahí obligó a los gobiernos panistas a pactar. Hoy los legisladores priístas son pocos y no se someten a sus liderazgos de bancada y existen pactos secretos con Morena para sus votos.
Como ya se ha publicado aquí, el PRI carece de una figura fuerte y con recursos como fue el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto en el 2006, luego del hundimiento del PRI por la candidatura presidencial de Roberto Madrazo Pintado que dividió al PRI y la estrategia negociadora de la entonces priísta Elba Esther Gordillo que traicionó al PRI y en secreto pactó con Fox y Calderón la derrota de Madrazo.
El PRI estaría enfrentando un escenario similar al del 2006: dividirse ante la derrota del 2000 y dejar la competencia entre PAN y PRD, sólo que ahora sin liderazgo. Por ello, la pasividad y falta de experiencia de partido y de liderazgo de Narro y el discurso de confrontación de Ruiz Ortiz, la única posibilidad que tiene el PRI de mantenerse se localiza en el gobernador Alito Moreno Cárdenas y su agenda de construcción de una coalición dominante.
Con un PAN achicándose por sus errores y divisiones internas, un PRD rumbo a su desaparición y Morena como la Torre de Babel donde todos caben, donde no hay un proyecto político y donde las candidaturas buscan desfondar a los demás partidos, el PRI tiene que revisar su propia historia, entender que nunca ha sido ni será un partido político formal y su fuerza salió de haber nacido desde el Estado, el gobierno y el poder que hoy no tiene.
El principal riesgo que tiene el PRI radica en la posible reproducción en Morena del modelo priísta del partido-gobierno y partido-Estado y con ello quitarle al tricolor los pocos hilos de poder que tiene. López Obrador está construyendo sus propios pilares políticos: un sector obrero sin la CTM, un campesinado sin CNC y grupos populares sin la CNOP. Y si no lo logra, de todos modos, Morena tiene el propósito de seguir dinamitando a los precarios y enclenques sectores corporativos priístas.
De la elección de su nueva dirección dependerá el destino del PRI: sobrevivir o extinguirse.
Agenda de la 22. La Sección 22 de maestros de Oaxaca se ha quedado como la única fuerza activista contra la reforma educativa de López Obrador que le quiere regatear sus peticiones de plazas y recursos y darles menos de lo que exigen. Pero es la Sección más fuerte que la de Michoacán, Guerrero, Chiapas y parte de Valle de México. El problema radica en el hecho de que el candidato hizo compromisos concretos que el presidente no puede cumplir. El problema de fondo se ubica en el hecho de que la reforma lopezobradorista ni cumple con sus promesas de campaña ni servirá para convertir a la educación en el pivote del desarrollo.
Política para dummies: La política se mide frente al adversario, no al interior de los aliados.
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