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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 13 de mayo de 2025.- Silvia Torres Sánchez no habla como una política. Tampoco lanza frases hechas, ni pondera títulos. Se conduce como una mujer serena que ama profundamente el Derecho, porque su lugar está ahí, donde las decisiones legales marcan las historias de vida de la ciudadanía.
Se le escucha hablar con emoción genuina al rememorar que, desde la secundaria, sintió ese llamado por la abogacía. En la preparatoria, un excelente juez penal —de esos que se recuerdan para siempre— le confirmó que su vocación era verdadera.
“Para mí, la justicia nunca debió ser un privilegio”, dice. “Debe ser un derecho, y además, uno que se sienta justo”.
Y ya jamás soltó ese ideal.
Mayo 2025, muchos años después de esos inicios soñadores, Silvia participa en el momento histórico para México y para San Luis Potosí: los jueces serán electos por la ciudadanía por primera vez. Tendremos que responder una pregunta que nunca antes nos hicieron: ¿Quién quiere usted que le juzgue?
Y ella, con voz firme, pero sin aspavientos, se lanza a buscar esa confianza con una cercanía inexplorada antes.
Silvia Torres no lleva una campaña ordinaria, las que solemos ver cada tres y seis años. No vemos espectaculares, ni slogans pegajosos. Tampoco promesas imposibles. El proceso ahora exige otra cosa: cercanía.
“El reto más grande ha sido aprender a comunicarme diferente”, confiesa. “No es fácil explicar lo que hacemos los jueces hora en redes sociales, donde tengo poco tiempo, pero he tenido que aprender. La gente debe conocer cómo impacta el Poder Judicial en su vida diaria”.
En medio de la desinformación que a menudo envuelve la política, Silvia apuesta por hablarle claro a la gente. “No quiero que me conozcan solo como magistrada. Quiero que sepan quién soy, qué he hecho, cuál es mi historia y por qué me importa hacer las cosas bien”.
Antes de ser magistrada, Silvia pasó más de 10 años en el ejercicio libre de la abogacía. Laboraba en un despacho, peleaba casos, acompañaba a las familias. En esa época descubrió lo más complejo y satisfactorio de la ley: sentir empatía.
“Cada expediente es una historia de vida, no solo son papeles, fojas, números o promociones, hay mucho más detrás y la gente depende de las decisiones que se toman, por eso deben ser muy responsables y apegadas a derecho”, dice.
En 2021, fue electa por el Congreso como magistrada de la Tercera Sala Civil, Mercantil y Familiar del Supremo Tribunal de Justicia. Su mayor regla es clara: deben emitirse sentencias legales, pero también justas.
Lo dice con firmeza: no todo en el Poder Judicial está mal. Hay personas valiosas, con décadas de experiencia, que hacen su trabajo con ética y pasión. Pero también sabe que hay cosas que deben cambiar.
Y para ello, no pueden quedarse sentados observando, por eso levantó la mano. Solicitó licencia a su cargo para dedicarse al 100 por ciento al proceso. Lo hizo, dice, por respeto a la ciudadanía, pero también por honrar su propia trayectoria.
Con cientos de sentencias emitidas, y solo ocho modificadas vía amparo —ninguna por error de fondo—, ella tiene claro que su carta de presentación son sus resultados. Pero también ese compromiso con la gente, con las causas, con la humanidad que hay detrás de cada conflicto.
“Soy una mujer con una historia de esfuerzo, soy la suma de principios, de valores y del amor recibido en casa. También soy una mujer decidida a demostrar que se puede juzgar bien, con empatía y con sentido de justicia», termina.