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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 23 de abril de 2025.- Durante su funeral en 1958, el cuerpo del Papa Pío XII sufrió una descomposición acelerada que culminó en la explosión de su abdomen, debido a un método de embalsamamiento poco convencional.
El médico personal del pontífice, Riccardo Galeazzi-Lisi, optó por un proceso “natural” que incluía aceites esenciales y hierbas, en lugar de los métodos tradicionales. La decisión derivó en una rápida descomposición: el cuerpo cambió de color, se hinchó visiblemente y emitió un olor intenso, ante la presencia de fieles y asistentes al funeral.
La situación fue calificada como “vergonzosa” por miembros del clero, de acuerdo con testimonios históricos. El estómago del Papa explotó debido a los gases acumulados por la descomposición.
El Vaticano reaccionó con firmeza: Galeazzi-Lisi fue destituido y, tras revelarse que intentó comercializar fotografías del cuerpo, se prohibió su ingreso al Vaticano. A partir de entonces, se implementaron protocolos más estrictos para el tratamiento post mortem de los pontífices.
Esta historia, aunque poco conocida, marcó un antes y un después en la manera en que el Vaticano maneja los funerales papales.
Reproducción autorizada citando la fuente: Quadratín SLP
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