Peligran mil 500 mdd en remesas para SLP, si Trump deporta a paisanos
La dictadura no se construyó en un día. No fue producto de un golpe militar, sino de un proceso de desmantelamiento de la democracia por parte de los que se sirvieron de ella para hacerse del poder. Interpretan su primigenia victoria electoral como una “revolución pacífica”, supuesta epopeya de trascendencia histórica desde la que justifican tanto la demolición de lo que existía como la exclusión de sus adversarios.
En dicha narrativa, el líder encarna, defiende y enaltece al pueblo agraviado, de tal suerte que su palabra es la expresión pública del interés popular; por tanto, a quien lo desmienta, cuestione o disienta se le identifica con la oposición satanizada y queda descalificado moralmente, acusado de servir a los opresores.
El culto a la personalidad se desprende de ese mesianismo y, por definición, el decretado prócer de la patria es infalible hasta cuando se equivoca; llámese Hugo Chávez o Andrés Manuel López Obrador.
La semejanza trasciende al caudillo carismático que amplifica el relato populista, el cual, con sus variantes, está en boga en el mundo y tiene contra las cuerdas a la democracia liberal, carcomiéndola por dentro.
Existe una reconocida identidad ideológica del obradorismo con el eje bolivariano y se habla de presuntos financiamientos que no extrañarían a nadie y que habrían sido bien retribuidos con políticas públicas de cuestionable rentabilidad: comprar despensas en mal estado y con sobreprecio a Venezuela, contratar médicos de dudosa preparación a Cuba o enviar a ésta petróleo a crédito que difícilmente pagará, etc.
Es sintomática la elegía que López Obrador dedicó a la dictadura cubana, comparándola con Numancia, población celtíbera que resistió heroicamente por más de un año el sitio de las tropas romanas en el siglo II a. C. El juego se llama hacerse del poder y resistir ahí, como sea y al precio que resulte.
La debacle económica, las condiciones precarias de la población, los derechos humanos son, en esta visión, asuntos secundarios. De lo que se trata es seguir gobernando en nombre del pueblo, aunque éste, en su mayor parte, ya no respalde a la burocracia que controla instituciones en ruinas. Eso es evidente en Cuba, Nicaragua y, como el mundo volvió a constatar, Venezuela.
El fraude fue grotesco y la imposición de Nicolás Maduro un burdo golpe de Estado. El órgano electoral (CNE) no mostró una sola acta para avalar el resultado que anunció.
Tampoco el Tribunal Supremo de Justicia, al que le dieron de improviso y por fuera de la Constitución la atribución de calificar la elección. Ambas instancias, controladas por el régimen, ni siquiera publicaron el desglose por mesa de votación. Los ciudadanos no pueden saber el resultado de la casilla donde votaron por vías oficiales, su única opción es ingresar al micrositio de la oposición.
El éxito internacional de Edmundo González y María Corina Machado se debe a que pudieron acopiar el 85 por ciento de las actas, mismas que son infalsificables y fueron certificadas como auténticas por el prestigiado Centro Carter. Ellos sí pudieron demostrar su arrollador triunfo.
El aislamiento de Maduro no podía ser mayor, incluso en la izquierda. Boric rompió relaciones diplomáticas, Lula y Petro le recriminaron por la no publicación de las actas y la feroz represión del régimen. Los únicos jefes de Estado que estuvieron presentes en su juramento fueron los dictadores de Cuba, Nicaragua y Congo. Aunque Claudia Sheinbaum no acudió, le dio reconocimiento sin una hacer una sola crítica y envió al embajador como su representante al evento golpista.
México no es Venezuela, entre otras cosas porque el chavismo llegó al poder 19 años antes que AMLO. La vecindad con Estados Unidos no es una diferencia menor, pero el tratado comercial no está firme y hay incertidumbre sobre su continuidad.
El Plan C acabó con la democracia, ya no hay división de poderes ni contrapesos. No está en la agenda de la Presidenta dialogar con la oposición para enfrentar juntos los retos de la nueva administración de Donald Trump; al contrario, ya anunció una reforma electoral que reducirá aún más la pluralidad de por sí escamoteada por la ilegal sobrerrepresentación. Si reconocieron a Maduro es porque se reconocen.