Naciones Unidas identificará a desaparecidos de SLP desde Alemania
La presentación en la mañanera del miércoles de un antiguo mapa del siglo XIX en la zona sur de EU antes del despojo de 1847 donde se leía la caracterización de esa área como de América Mexicana debió haber prendido los focos rojos en la estrategia de seguridad nacional del presidente electo Donald Trump porque pudiera estar mandando mensaje de que alguien en Palacio Nacional mexicano estaría desempolvando el espacio territorial de la mitad del territorio mexicano que la Casa Blanca le quitó a México en una de las guerras más injustas americanas.
Las palabras de la presidenta Sheinbaum –burlonas o en serio– sobre el recordatorio de que un tercio del territorio americano le pertenecía a México y se lo arrebataron a través de una brutal guerra desigual, con invasión hasta el Castillo de Chapultepec–, están desempolvando cuando menos dos proyectos mexicanos de 1917 que buscaron confrontar a la Casa Blanca para recuperar el territorio despojado.
Los dos planes habrían involucrado al entonces presidente Venustiano Carranza en ese año de 1917: el primero fue el llamado Plan de San Diego que comenzaron a mover presuntos agentes secretos enviados por el presidente Carranza para iniciar un conflicto racial en Estados Unidos en tierras que antes eran de mexicanos. Aunque quedó más en el ambiente social de entonces, además del llamado en 1915 a la matanza de todos los varones caucásicos no hispanos mayores de 16 años sobre todo en la zona de Texas.
El recordatorio el Plan de San Diego lo incluye el escritor e historiador Jorge Aguilar mora en su libro Una muerte sencilla, justa, eterna. Cultura y guerra durante la Revolución Mexicana (Editorial ERA, 1990), y se habría iniciado con el asesinato de Bernard Boley el 17 de julio de 1915. Se desató entonces una guerra entre mexicanos originarios y americanos que tomaron el control de territorio en la zona de Texas y derivó en lo que se conoció como Plan de San Diego. La guerra se inició por tierras y aguas. Aunque se habló del objetivo final de recuperar territorio despojado por la guerra de 1847, el conflicto quedó solo entre propietarios de tierra.
El otro suceso importante que ocurrió también en 1917 fue el famoso Telegrama Zimmermann, redactado por el ministro de Relaciones Exteriores De Alemania, Arthur Zimmermann, en el que se le proponía al presidente Carranza que los alemanes iniciarían una guerra contra Estados Unidos y planteaba “a México una alianza sobre las siguientes bases: hacer juntos la guerra, declarar juntos la paz; aportaremos abundante ayuda financiera; y el entendimiento por nuestra parte de que México ha de reconquistar el territorio perdido en Nuevo México, Texas y Arizona”.
El telegrama agregaba: “queda usted encargado de informar al presidente (Carranza) de todo lo antedicho, de la forma más secreta posible, tan pronto como el estallido de la guerra con los Estados Unidos de América sea un hecho. Debe además sugerirle que tome la iniciativa de invitar a Japón a adherirse de forma inmediata a este plan, ofreciéndose al mismo tiempo como mediador entre Japón y nosotros. Haga notar al presidente que el uso despiadado de nuestros submarinos ya hace previsible que Inglaterra se vea obligada a pedir paz en los próximos meses”.
El Telegrama Zimmerman no pasó el escudo de seguridad de Estados Unidos y logró ser descifrado por los especialistas de inteligencia ingleses. Los datos revelan que el presidente Carranza trató de verificar el contenido, sobre todo porque al menos consideraba que era latente el deseo de México de recuperar cuando menos Texas, Arizona y Nuevo México. El Telegrama Zimmermann fue analizado por la historiadora Bárbara W. Tuchman en un libro que cobra actualidad.
El recordatorio de la presidenta Sheinbaum al presidente electo Trump de que la zona de Texas, Nuevo México, Arizona y California perteneció a los mexicanos –“suena bonito”– dejaría la interpretación de que pudiera estar llegando el momento de que históricamente se revise el Tratado de Guadalupe Hidalgo que firmó México bajo jurisdicción el presidente Antonio López de Santa Anna para entregar territorio mexicano a cambio de 15 millones de dólares de aquel entonces que pudieran ser algo así como 750 millones de ahora.
Pese a muchas fricciones entre los dos países en los último años, nunca se llegó al recordatorio de la herida abierta en 1847-1848, pero las declaraciones del presidente Trump de que quiere convertir a México en el estado 52 de la Unión americana –el 51 sería Canadá– proporcionaría el escenario histórico para abrir cuando menos una parte del expediente sobre el despojo a México que permitió crear el poderío territorial de EU, después de asesinar a decenas de miles indios que eran los propietarios territoriales originarios de las tierras y que fueron enclaustrados en reservaciones raciales.
Así que el “se oye bonito” pudiera a ver sido un pequeño dardo de la presidenta Sheinbaum a Trump.