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Rómulo, baja colateral en la pugna de Américo y Cabeza de Vaca
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 22 de julio de 2024.- Como si se tratara de un funeral de un importante personaje, a puerta cerrada y con los más allegados, fue como finalmente este fin de semana el Bar Conde se despidió de sus parroquianos cercanos. Mariachis, música norteña, las carnitas y las rifas fueron cuidadas celosamente de los mirones que únicamente observaron al exterior una corona fúnebre a manera de despedida de aquellos momentos en que conspiraron para dominar al mundo, que se gastaron botellas y lágrimas en olvidar a un amor o quizás a un ser querido tras la tradicional puerta de madera de las cantinas del viejo oeste.
A manera de rumor los ajenos a la muerte del conde acudimos el viernes y el sábado sin obtener buenos resultados para poder llegar a la última velada, para arañar un pedazo de historia viva de lo que queda de una tradicional zona de cantinas que, sobre la calle Morelos, han ido cayendo una a una con el paso del tiempo, siendo otras cantinas las que se resisten a morir ante la llegada de nuevos conceptos e incluso de otros géneros musicales, que fueron desplazando a aquellos músicos que aún cargan el bajo sexto, el acordeón y el tololoche por las calles del centro.
El bar fue inaugurado por Francisco Ramírez Zavala, alias el Conde, siendo que entre sus vitrinas se encontraban vestigios deportivos entre los que destacaban un par de fotografías de los famosos auriazules del San Luis y, obviamente, las memorias de El Conde, un beisbolista mexicano, entre recortes de periódicos, trofeos y botellas además de varios refranes para aquellos gustosos de empinar el codo y la bohemia.
Pocos fueron los afortunados que lograron entrar al bar, y muchos menos los que alcanzaron una mesa para la parranda en donde al ritmo del son cubano entonaron guantanamera de compay segundo, para a forma de despedida ser complacidos en la despedida por el tradicional mariachi a los 80 años de existencia poco quedaba más que aquellos recuerdos, siendo la barra ya únicamente un espacio decorativo que en sus entrepaños resguardo los más dulces elixires de aquellos bohemios.
A constante grito de sin llorar los parroquianos cantaron, bailaron pidieron sus bebidas que fueron anotadas en la comanda, para evitar las discusiones post beberecua, como bien dice el dicho cuentas claras amistades largas, siendo la barra del bar el artículo más fotografiado de la tarde, además de la tradicional cerveza se sirvió por copeo, se sirvió la barbacoa y todos los deudos del bar comenzaron a afinar gargantas para este domingo 21 de julio decir adiós a un amigo, a un bar que los acogió en su orfandad, ahora estos huérfanos parroquianos deambularan por la zona en búsqueda de una nueva parroquia sin olvidar un viejo amor de más de 80 años.
El momento ameno de la tarde fue cuando la trompeta entonó los acordes de las notas de la tan tradicional acuarela potosina esa pieza que justamente habla del tradicional barrio de San Miguelito que solo a unas cuadras encuentra su iglesia, aunque al otro lado de la calzada en tremendo jolgorio se despedía a ritmo de mariachi, con la pausa reglamentaria para levantar la copa y decir “donde el águila paró y su estampa dibujó sobre el lienzo tricolor” siendo que de ahí en adelante el júbilo se volvería tristeza entre lágrimas abrazos y recuerdos finalmente los mariachis callaron, el conde terminó su historia y ahora tocará contar esas historias a través de los ojos de aquellos testigos silenciosos del fin de una era.