Economía en sentido contrario: Banamex
Según algunos analistas, el triunfo de Joe Biden obedeció a varios factores hace cuatro años. Uno de ellos fue el hecho de que Donald Trump demostró ser un presidente saliente lleno de problemas. En nuestro país no se ve más que como un bullying (uno, que por cierto, le puso el zapato en el cuello a López Obrador). Al término de su mandato, con el ataque al Capitolio el día 6 de enero de 2021 y la revelación de un escándalo sexual con la actriz de filmes para adultos Stormy Daniels, pudo haber empeorado su imagen. Pero para las nuevas generaciones de estadounidenses, lejos del patriotismo y la ejemplar conciencia que siempre pintan en Hollywood, bastó solamente un rozón de una bala en la oreja para volverlo a poner en el estrado de los héroes y de los líderes imperturbables de esa nación.
El otro factor que ayudó a Joe Biden hace cuatro años fue el factor Obama. Al haber sido el vicepresidente de Barack, absorbió parte de su carisma y su base de votantes. Muchos esperaban encontrar en Biden lo mismo que tenía de bueno el primer presidente afroamericano, pero en el traje y la piel de un hombre blanco. Desafortunadamente, el juicio del tiempo ha venido a dar un golpe muy duro cuatro años después, disminuyendo a Joe, que, hay que decirlo, realmente no destacó por mucho, incluso su administración está marcada por sus propios escándalos, protagonizados en este caso por su propio hijo.
En camino hacia la nominación demócrata para poderse reelegir como presidente, de pronto, el apoyo de Barack Obama se detiene gentilmente. Con un consejo doloroso, el expresidente le aconseja retirarse de la contienda. Y Joe Biden, impedido como se encuentra de sus facultades, de su arrastre, de su propio liderazgo, así lo acata. En las primeras horas de este domingo 21 de julio, Joe Biden se declara fuera de la contienda y regresa a su oficina oval a continuar despachando por el tiempo que le resta a su mandato.
En su lugar propone a la vicepresidente Kamala Harris para que ocupe el lugar en el carril demócrata. Estos son los acontecimientos hasta el momento. Pero este monero no puede dejar de pensar lo delicioso que sería que una mujer afroamericana derrotara en las urnas a la masa proto-plásmica de color naranja y radiante de racismo y xenofobia llamada Donald J. Trump.
Esperemos para ver. Como hemos dicho antes, es importante observar estas elecciones en el país vecino, porque su destino siempre está ligado al de los propios mexicanos, tanto por los lazos comerciales y culturales, como su enorme frontera compartida y, por supuesto, por los millones de mexicanos que residen en ese lugar.