Oposición no regatea la unidad nacional ante llegada de Trump
Trabajar. Ver por la familia. Cuidar nuestra salud, alimentarnos y cuidarnos. Son cosas naturales que forman parte del quehacer diario del ser humano. Pero, ¿gobernar? ¿Administrar los bienes de la nación? ¿Ponernos de acuerdo sobre el rumbo que debemos tomar juntos? No, eso no es nuestra tarea. ¿O sí?
En una democracia, una de las tareas más importantes consiste en elegir a nuestros gobernantes. Pero aún no acabamos de entender que nuestra tarea ahí no termina. Ellos encabezan el gobierno representándonos y a nuestros intereses colectivos.
Es importante que los mantengamos observados y en constante comunicación con quienes formamos la ciudadanía que representan. Debemos saber qué es lo que deciden, legislan, proponen y cómo se desempeñan. Debemos mantener nuestra voz alzada para decir lo que nos parecen sus estrategias y propuestas. No solo en tiempos de necesidad debemos voltear a ver al gobierno. Es nuestra responsabilidad continuamente estar escuchando y opinando sobre lo que hacen y dicen. Porque no tienen cualquier trabajo y precisamente es el trabajo que le incumbe a todos y cada uno de los ciudadanos.
Votar es imprescindible, más en estos tiempos en los que hay gente contando con aquellos que no van a participar. Eso es una verdadera vergüenza. Pero no, el trabajo no termina al depositar el voto en la urna. Si el candidato que tú propusiste es elegido por mayoría, es deber tuyo observarlo y criticarlo públicamente para crear conciencia. No es un equipo de fútbol al que se le va en las buenas y en las malas. Es un empleado que contratamos entre todos para que desempeñe una labor. Si esta labor no te gusta cómo se realiza, es tu deber hablarlo. No solo esperar cada tres o seis años para expresar tu aprobación o disgusto en una nueva elección. Está bien que, si un partido político o un personaje realizó buenas acciones, se le siga dando la confianza y se le siga apoyando, pero tú eres responsable de vigilarlo al haber elegido a esa persona.
Es una responsabilidad pura, más incluso que la de los detractores y opositores que, por su propia naturaleza contraria, hablarán a gritos y protestas cuando algo no está bien de acuerdo a su opinión. No es necesario que defiendas a tus funcionarios elegidos; su trabajo debe hablar por ellos mismos. Pero sí debes de decir tu opinión cuando las cosas no están correctas.
Esa, querido lector, es la naturaleza más pura de la democracia, a entender de este monero. Ir a votar es una gran responsabilidad que abre las más altas virtudes de nuestro sistema de gobierno. Y por ello es sumamente importante cada voto porque representa un acto de justicia, de lealtad, de patriotismo, una muestra de amor a nuestra nación, de unidad y de reconciliación. Cada voto trae la esperanza de un ciudadano, su opinión, su decisión bien analizada y su posición como ciudadano íntegro y digno.
Por ello, este monero opina que cualquier cantidad de dinero que te ofrezcan por tu voto es poca. No hay cantidad suficiente que pueda equipararse a todo lo que lleva cada voto que se emite en la urna. Y casualmente, al momento de vender ese voto, estás eliminando todas las cosas buenas que lleva implícitas en esa pieza de papel. Es mucho más que lo que podría comprar una despensa, una playera o un billete. Sal a votar en libertad y no vendas lo más valioso que tienes como dueño de esta nación, como miembro de este glorioso país, que este 2 de junio se pintará de fiesta, la fiesta de la democracia.