
Los niños que fuimos
La primera nota que supe sobre el tema fue que en el metro de la CDMX había, o hay, una plaga de chinches; la compartí con una colega, con quién, entre risas, comentamos que de ser cierto se propagarían los insectos por toda la ciudad y el país entero, pero olvidamos el mundo.
Notas recientes informan que dependencias de la UNAM han cerrado edificios y establecido un programa de fumigación para atender la infestación; hasta el rector de esa universidad ha hecho bromas, bajo comparsa de hilaridad.
Después de eso ha sido reportada una plaga de chinches en París, hasta toda una teoría de conspiración subyace; el asunto es que entre dimes y diretes no se tiene certeza que esta situación sea un problema, al menos todavía.
Sin amarillismo, pero sí con atención seria, al margen de chascarrillos, las autoridades se deben ocupar el asunto; no perdamos de vista que la actualidad del orbe es altamente comunicada con altísima movilidad de personas y bienes, hecho que propició la rápida propagación de COVID19 como pandemia.
Hagamos un experimento mental a partir de una hipótesis probable.
Imagine que la infestación de chinches en el metro fue cierta, sin que necesariamente implique que ahí esté el infectado número cero, y asuma que se desvaloró la atención oportuna, cosa que las declaraciones de autoridades dejan clara; es una hipótesis que sugieren las notas recientes.
Un hecho es que ese sistema de transporte es usado por mas de 5 millones de personas cada día, incluido quienes desde otras ciudades visitan la CDMX por negocios, placer o tránsito; también quienes salen de ahí.
Por ese vehículo podría haber propagación nacional de la chinche.
Es decir, cada día, cientos de miles de personas llegan o van hacia a las centrales de autobuses y al aeropuerto, de lo cual, por bajo que sea el porcentaje, muchas personas usan transporte público incluido el metro; esto es un hecho.
Eventualmente, en un porcentaje por determinar, algunas personas pueden portar hembra(s) de chinche con huevos fertilizados -sabemos que cada hembra puede poner entre 200 y 250 huevos fertilizados-, con consecuente movilidad nacional desde centrales y aeropuerto.
El asunto no es menor; ya que si la infestación resulta cierta –esto es que se verifica la hipótesis- y se propaga el insecto podríamos ver en breve crecientes casos de la Enfermedad de Chagas, Hepatitis B u otras enfermedades de las que, se ha documentado, la chinche es vector de transmisión.
El uso masivo e irracional de insecticidas es una estrategia puede ser una decisión equivocada, ya que podría traer efectos indeseables en insectos benéficos como los polinizadores; no lo sería un uso calculado y racional, uno que considere el impacto del uso en ecosistemas, medioambiente y salud pública.
Además, las teorías para las redes complejas y la dinámica poblacional serían necesarias para controlar la infestación de origen, incluso detectar dónde está ese origen, mediante esquemas de aplicación de matemáticas al control.
Me queda claro que el surrealismo en México se vive cada instante, que la risa nos mantiene con ánimo para manejar condiciones complejas, que la falta de confianza y seriedad en bases de información y sus medios puede abrir dudas.
Lo que es inadmisible es que autoridades no tomen en serio un asunto de infestación, ya se vio en infección sistémico vascular y respiratorio consecuencia de coronavirus.
Es decir, no habría que desgarrarse las vestiduras por las bromas del rector, pero sí, aunque también hagan chistes, debe haber atención seria del asunto, fumigar sólo es parte de la solución y hacerlo de manera anticientífica puede traer mas complicaciones.
Si resulta cierto que tanto en París como la CDMX hay infestación de chinches, posiblemente atestiguaremos, una vez mas, qué estrategia tendrá mejores efectos con menores afectaciones; o una con aplicación de Ciencia, Tecnología e Innovación o una al “ahí se va” como las de El Borras.
Si la hipótesis es falsa, quedará anécdota hilarante.