
Los niños que fuimos
Hace poco se publicó la lista de posgrados elegibles para los cuales los alumnos inscritos en estos pueden recibir beca de CONACYT (sin H, hay una suspensión por recursos legales interpuestos que aún están en proceso).
Históricamente causa molestia entre el personal de instituciones que sus estudiantes no sean becados; es el caso, aunque ahora está mucho peor, veamos.
En pasadas administraciones CONACYT organizaba una evaluación para la consolidación de cada planta académica y del posgrado mismo, en términos de eficiencia terminal, relación matrícula sobre número de profesores y otros indicadores mas; quienes incumplían algunos estándares podían incluso perder la posibilidad de becas para sus alumnos mientras no dieran cumplimiento.
En la actual administración se ha difundido el discurso que echa por tierra, por considerarla neoliberal y meritocrática, la estructura basada en evaluaciones con base en la evolución de los programas y plantas académicas.
Tan así que el discurso se ha formalizado en los lineamientos para el sistema nacional de posgrados; instrumento, vea el Artículo 2, que tiene por objeto “establecer los criterios de clasificación de los programas de posgrado, regular los mecanismos para su registro en el Sistema Nacional de Posgrados”.
La administración actual segrega, en los citados lineamientos de elegibilidad de posgrados, según el tipo de institución que lo oferta, en públicos y privados (vea el Artículo 7 de los lineamientos); no omito señalar que una segregación, aunque se disfrace de categorización, es preámbulo de la discriminación, así, pues, una persona mexicana, de cualquier estrato social, que desee estudiar posgrado en una institución privada se halla, de entrada, con una segregación.
Además de “clasificar” como privados y públicos lo hace en “orientación a la investigación” y “profesionalizantes”; de hecho, en el Artículo 9 se puede leer que “se entenderá por programas de posgrado con orientación a la profesionalización de las personas, los planes de estudio de especialidad, maestría y doctorado enfocados a la formación de personas dedicadas a aplicar el conocimiento humanístico, científico y tecnológico para el desempeño de su profesión”.
Este Artículo 9 es un disparate, ¿acaso las personas que dedican su labor diaria a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, no hacen posgrado orientado a la investigación científica para dedicarse profesionalmente a la CTI misma?
Pero regresemos a la elegibilidad de los posgrados para que estudiantes reciban beca de CONACYT.
Llama poderosamente la atención que en la lista de posgados no elegibles se encuentre un porcentaje alto de aquellos para el estudio de bioprocesos, biotecnología o alimentos; muchos de los cuales, a este espacio le consta, hecho verificable en documentos públicos, tienen actividad en CTI que cae a la perfección con la definición de posgrado con “orientación a la investigación” (vea Artículo 7 fracción I de los lineamientos) y que, además, dan cumplimiento a lo requerido en el Artículo 12.
Hay una enorme coincidencia en el contenido curricular de esos posgrados calificados de no elegibles y el discurso contra la biotecnología de la directora general del CONACYT, ¿será que hay un sesgo unilateral y unipersonal a la CTI mexicana?, para quienes vivimos día con día la CTI nos es claro que sí.
En la universidad pública mexicana hay una gran preocupación por la dilapidación que CONACYT hace en programas de posgrado; lo cual incumple, incluso, el párrafo primero del Artículo 11 del citado instrumento, donde se puede leer que “el Consejo Nacional garantizará la asignación de becas a estudiantes de programas de posgrado impartidos en universidades, instituciones de educación superior y centros de investigación del sector público, que estén orientados a la investigación”, lo anterior significa que la asignación de beca es irrestricta para estos posgrados.
De nuevo se prevén recursos legales contra las decisiones disparatadas de CONACYT.