
Los niños que fuimos
Los eventos político-electorales recientes dominan ahora el ambiente de opiniones y discusiones en México, no es para menos, luego de la jornada del pasado domingo se vislumbran escenarios variopintos.
No obstante, otros ámbitos de la vida nacional también están activos; donde, luego de un dominio de médicos en la rectoría, parece que en esta ocasión será un perfil académico diferente quien tome esa titularidad en la UNAM.
En la carrera por rectoría de la UNAM se hallan un investigador del área de ciencias sociales y educación, también se escucha el nombre de un ingeniero, hermano de un senador independiente, que se ha dedicado a la investigación en automatización y control y quien ha sido recientemente secretario administrativo, tanto como un astrofísico ocupado de coordinar la investigación científica en esa casa de estudios, además de quien ha sido secretario general y se incluye a la secretaria de desarrollo institucional.
En la elección del rector en la UNAM, donde los nombres ya suenan y las candidaturas están en promoción; los programas específicos no están claros en la mayoría de los casos, mas allá de decir que los que funcionan continúen y algunos ajustes a las preocupaciones presupuestales y normativas.
Sin embargo, el asunto no es menor, dada la complejísima condición político-electoral federal del año siguiente; la UNAM, por lo menos debido a su capacidad de convocatoria y masa específica estudiantil, es un botín político que siempre está a la vista de quienes son profesionales de ganar votos.
En esta institución, como algunas mas en México, se constituye el baluarte de la libertad de pensamiento y transmisión institucional de recambio generacional; quien resulte con la titularidad de esa gran casa de estudios tendrá que atender retos financieros, políticos (internos y externos), académicos y científicos sin soslayar el impulso universitario holístico.
La vida política universitaria es relevante en general, la UNAM, como CINVESTAV y UAM, por su origen, financiamiento y normatividad, son identificadas como instituciones educativas, autónomas y federales; su relevancia ha impulsado carreras políticas de exrectores tanto como su presencia y tamaño le pone en el foco político de atención.
Lo anterior sin menospreciar, en lo absoluto, a instituciones estatales como la Universidad de Guadalajara, la UANL y muchas mas, desde donde prominentes políticos nacionales se han impulsado; incluso de la de Guanajuato se han desprendido políticos (que han sido senadores y, por ahora, diputados) para figurar en la escena nacional.
Una situación contraria yace en los Centros Públicos de Investigación que fondea el Ramo 38 del PEF, esos que coordina el ahora CONAHCYT; estas instituciones son muy pequeñas y sus titulares suelen simplemente regresar a la escena científica.
Salvo poquísimos casos que de funcionarios reciben responsabilidades menores (como quien dirigió la Agencia Espacial Mexicana el sexenio pasado para encajonarse en una silla con baja influencia y mucho menor presupuesto) o duran muy poco (como quien fuera titular del Instituto Nacional de Migración a iniciados del actual sexenio); de hecho, sólo un director general del otrora CONACYT fue titular en un CPI, mientras que exrectores de universidades estatales ha habido de, como ejemplo, Guanajuato.
Así, la historia indica que cualquiera persona extitular de los CPIs no tiene proyección mayor, mas le vale tener una carrera sólida que le permita reintegrarse a la Ciencia, Tecnología e Innovación; te digo Juan para que entiendas Luis.
Por el contrario, el caso de la titularidad en universidades, tanto estatales como las federales, la historia nos muestra que exrectores sí pueden jugar un papel relevante, al menos localmente; no es raro que se posicionen en presidencias municipales, como funcionarios estatales o gubernaturas; sin omitir, como se dijo arriba, que ocupen alguna curul en el legislativo federal, como secretarios de estado o hasta aspirantes a Palacio Nacional.