Diferencias entre un estúpido y un idiota
El pasado 2021 se dio el mensaje que en México no nos gustan, del todo, las reformas que ha estado imponiendo, no proponiendo, el ejecutivo federal; el mandato está en la redistribución de las fracciones dentro del H. Congreso de la Unión.
De haber conservado la proporción de 2018 las reformas podrían haber sido constitucionales, serían impulsadas con artilugios, no con negociación; así lo hace pensar lo acontecido.
Desde palacio ya se ha dicho que, como antaño, pretenden carro completo para 2024; las encuestas muestran que la oposición tiene difícil brecha por delante si quiere tomar el Poder Ejecutivo Federal.
La historia podrá ser distinta en el Poder Legislativo y, como recientemente hemos visto, la división de poderes es fundamental en una república.
Así hay una gran labor por delante para una mas balanceada distribución en el Poder Legislativo, el asunto tiene dos caras: la oferta política y la gestión ciudadana.
De la oferta debe quedar claro que las divisiones y rupturas políticas favorecerán la distribución hegemónica del 2018; aunque ya no estará Huey Tlatoani en la silla presidencial, el riesgo de un ejercicio unilateral del poder seguiría latente, ya se verá cómo evoluciona la distribución de propuestas por la oposición y, de ahí, la distribución de curules.
La otra parte es la gestión ciudadana, aquí hay una pléyade de alta dispersión en actos y posiciones.
Dado el foco de esta columna, la opinión será acotada al contexto de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
En ese sentido, he sabido que alguna fracción, muy pequeña debo decir, de miembros de la comunidad nacional de CTI están de acuerdo con la reciente reforma en esta materia; ello a pesar que no tienen la respuesta al cómo esta reforma impulsará la CTI mexicana mas allá del discurso de “se les dio dinero a trasnacionales” y “¿dónde estabas cuando…?”
Pero también es cierto que, del lado opuesto de la mesa, no ha habido unidad en quienes hay desacuerdo con los términos en que quedó la reforma para CTI; no omito decir que sigue la espera de los recursos que se puedan interponer ante la SCJN.
Luego, parece pertinente, dado que los tiempos electorales están próximos, que miembros de la comunidad científica mexicana reflexionemos si queremos que el modelo actual se refuerce o no; para luego buscar incidir en una distribución del Poder Legislativo que atienda cambios normativos que sí impulsen la generación y aplicación de conocimiento en las componentes de Generación y Educación, CTI, Normatividad y Cumplimiento, etcétera.
No perdamos de vista que actualmente se han dado tumbos, los casos son: Varios reglamentos del Sistema Nacional de Investigadores, con resultante incertidumbre y ansiedad en el quehacer de saber; eliminación de beca para miembros del SNI que laboran en instituciones privadas, lo que claramente es discriminación; convocatorias de apoyos fuera de tiempo y organización favorable, este año otra vez va tarde la del SNI; extinción de fideicomisos que ha impedido el funcionamiento de instituciones, si se les daba mal uso podrían haberse reorientado, pero se extinguieron para fin diferente de CTI; proyectos de “Ciencia de Frontera” con apenas financiamiento para hacer poco o menos que eso, claro, a menos que seas muy cercano de las autoridades del consejo nacional, en cuyo caso hasta la asignación es sin evaluaciones y, como todo eso, un larguísimo mucho mas.
Un fin claro es que el acercamiento no sólo sea desde aspirantes a elección popular hacia la comunidad en CTI, sino que, de manera proactiva, la comunidad en CTI se acerque para que elementos normativos en CTI o sean revertidos o sean compensados; la norma vigente en esta materia no es progresista, es retrógrada.
Si se logra un Poder Legislativo balanceado, lo cual significa al menos 334 diputados y 86 senadores de otras ideologías a la guinda, entonces podría suceder que la norma en materia de CTI sea corregida si faltaran impugnaciones ante la SCJN.
¿Qué clase de CTI mexicana quieres tú?