Diferencias entre un estúpido y un idiota
Recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la venta (por fin) del avión presidencial José María Morelos y Pavón a Tayikistán, un país que este monero, bastante ignorante, francamente no sabe ni siquiera dónde se encuentra. De lo poco que se habla sobre ese país es que es sumamente señalado por narcotráfico en la región, (y bueno, no parece extraño que haga negocios con otro país que también es señalado por narcotráfico en su región). El avión se vendió por 1658 millones de pesos cuando se había anunciado qué se vendería al menos por mil millones más.Sin embargo los seguidores y defensores del gran emperador Cabecita de Algodón, no tardaron en celebrarlo. Cuatro años después de haber empezado su discurso demagógico para venderlo, por fin lo logró y todos los chairos festejan sin ver contexto alguno. Este monero solamente puede encogerse de hombros y mirar con tristeza cómo puede todavía tener apoyo un populista, demagogo, corrupto y mentiroso como él. Esto ya no es un acto de fe, es un acto de terquedad colectiva, es defender un espejismo y la necedad de un autócrata.Esto no solamente por la pérdida económica que representa la diferencia de precio en la valuación original contra el precio acordado, ni por la dificultad de ingresar de forma legal esa cantidad, ni lo incómodo de hacer negocio con naciones de dudosa reputación, es más ni siquiera el engaño de la rifa que llevó a cabo en su primer año. Lo que hace ver el acto de la venta como una farsa y un oprobio es la ridícula cortina de humo constante, que alimenta desde su púlpito incendiario cada día aprovechando la atención de los medios, con el sempiterno fin de nulificar cualquier información o noticia que pueda generar análisis y cuestionamiento a su gobierno.Aunque como bien sabemos, ya demostró ante el tema del uso de los aviones militares por parte de la familia del general Luis Crescencio Sandoval, que cualquier cuestionamiento le importa un carajo.En fin, los chairos llevan a cuestas la misma pesada carga que todos los mexicanos, solo que ellos la besan y lamen con su particular fervor.