
El 63% de trabajadores mexicanos no se desconecta ni en sus descansos
En perspectiva, uno de los temas más controvertidos del gobierno del presidente López Obrador ha sido el inesperado giro hacia la militarización de la vida pública. El voluntarismo encuentra en los militares sus mejores aliados. La burocracia civil a veces corrupta, con frecuencia inepta y abrumada por las limitaciones reglamentarias son el recurrente desencanto del presidente López Obrador, un mandatario que, en su vehemencia por el poder, confunde obediencia con lealtad, sometimiento con compromiso, subordinación con convicción.
Los militares están sujetos al código de la lealtad en términos castrenses; es decir, verticalidad y cumplimiento estricto. Sin embargo, la disciplina no puede ir contra la realidad, tampoco contra la condición humana. La opacidad con que actúan los militares aquí y en todo el mundo se deriva de su función, y eso significa que mucho de lo que allí sucede no está a la vista. De la misma forma, lo castrense repudia el escrutinio externo y eso igualmente significa un desafío mayor para la rendición de cuentas a la que toda autoridad está obligada.
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