Ironía
El 11 de mayo de 2012 nació el espantajo social motejado como #YoSoy132, que movió a miles de universitarios de instituciones privadas y públicas contra algunas de las peores “taras” del viejo PRI.
Repudio juvenil contra el acarreo, la compra de conciencias, el pago de preguntas a modo al candidato presidencial del PRI; rechazo a la prensa vendida y mentirosa y, sobre todo, censura a crímenes de Estado, como el de Atenco, tolerados por los gobiernos priístas.
Hoy, la víspera del 18 de marzo del 2023, no pocos “ternurita” del #YoSoy132, no sólo justifican y se benefician del inmoral acarreo pagado por el gobierno de López Obrador; no solo aplauden la compra de conciencias, sino que justifican el pago a “periodistas mañaneros” para hacer preguntas a modo al presidente y, sobre todo, cobran en la prensa vendida y mentirosa.
Y, claro, callan crímenes de Estado como el cometido por el Ejército Mexicano, en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
¿Qué pasó en la cabeza, la conciencia y, sobre todo, en el bolsillo de miles de aquellos universitarios que en sólo una década abrazaron las peores “taras” políticas e ideológicas del viejo PRI; taras que decían combatir?
La respuesta también tiene dos caras.
1.- Desde el 11 de mayo del 2012 aquí lo dije y lo probé meses después, que el “ternurita” #YoSoy132 no fue más que un espantajo engañabobos, sembrado en universidades privadas –sobre todo la Ibero–, por la maquinaria propagandística de López Obrador, a cargo de Epigmenio Ibarra.
2.- Por eso, porque no fue más que propaganda diseñada para engañar idiotas, entre no pocos de aquellos universitarios muy pronto hicieron su trabajo las tentaciones corruptoras del poder, al extremo de que hoy “algo sigue torcido” en la cabeza de quienes hace más de una década censuraban todo aquello que hoy defienden.
Y debemos emplear el pretérito del verbo “seguir”, porque “sigue” presente en muchos de aquellos no tan jóvenes el pensamiento retorcido de las peores “taras” ideológicas y políticas del viejo PRI.
Y es tal el fanatismo “lopista” sembrado en las conciencias ciudadanas que hoy, en la conmemoración del 85 aniversario de la expropiación petrolera, “los ternuritas” llegaron al extremo de aplaudir todo cuando condenaban en 2012, frente al aspirante presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto.
Y si lo dudan, basta leer la prensa de hoy, de ayer y antes de ayer, para comprobar que en el gobierno de Obrador alcanzó rango de política de Estado el acarreo inmoral con recursos públicos; el aplauso “al señor presidente” pagado con dinero de los contribuyentes; la compra de votos y conciencias; los crímenes de Estado en caliente, la manipulación mediática y la complicidad oficial con las bandas criminales.
Y sí los fanáticos que en 2012 se enamoraron de Obrador y repudiaron al PRI, hoy defienden al nuevo PRI representada por el gobierno de AMLO.
Pero la incongruencia es mayor si retrocedemos 50 o 55 años –a los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971–, y de igual manera podremos probar que nos pocos sobrevivientes de aquellas gestas juveniles defienden hoy todo contra lo que lucharon en las trincheras universitarias.
Por ejemplo, no pocos de los “sesentayocheros” son aplaudidores de la antidemocracia de López Obrador; de los crímenes impunes contra jóvenes y estudiantes; son cómplices de su tiranía y su pulsión contraria a las prácticas democráticas; son cómplices del gobierno más corrupto de la historia y de su “narco-gobierno”, sus “narco-gobernadores” y “narco-legisladores”.
Es decir, sin vergüenza alguna, sin pudor, sin el menor asomo de congruencia o de pena por los ideales traicionados, muchos de quienes ayer repudiaban el acarreo, la compra de conciencias, la prensa vendida y el crimen de jóvenes en caliente, son los mismos que hoy aplauden el acarreo, la compra de conciencias, a la prensa vendida y los crímenes de Estado.
Y si lo dudan, una perla del 11 de mayo del 2012, producto de la mal llamada “Primavera Mexicana” de la Ibero. La mayoría de testimonios recabados en aquella fecha señalan que los estudiantes repudiaron a Peña Nieto, por lo siguiente.
a).- Por el acarreo de supuestos estudiantes, que ocuparon las primeras filas para aplaudir y vitorear a Peña Nieto.
b). – Por los agentes de seguridad del candidato que despojaban de carteles de protesta y pancartas a los verdaderos estudiantes.
c). – Por la presencia de hombres de trajes de color negro que ofrecían 250 pesos para hacer preguntas a modo al candidato.
d). – Por el espionaje contra estudiantes críticos, a quienes fotografiaban y filmaban militares del Estado Mayor.
e). – Y por el enojo estudiantil a causa de la respuesta de Peña Nieto a la represión contra habitantes de Atenco.
En efecto, si el acarreo que en horas veremos en el Zócalo, lo hubiese realizado Peña Nieto, sin duda habría desatado el mayor repudio de la historia.
Pero resulta que Obrador es maestro de la simulación y el engaño y, por tanto, sus lacayos y maromeros siempre tienen argumentos para justificarlo.
Y es que López Obrador nunca buscó un cambio en el paradigma de la corrupta y clientelar política mexicana y tampoco estimuló la formación de líderes nuevos; la verdad es que sólo le importó corromper borregos capaces de aplaudir su tiranía.
¿Aún lo dudan?
Al tiempo.