Ironía
En un lamento político que normalmente antecede a respuestas invasoras, la estructura política de Estados Unidos entró en modo de pánico porque teme que el presidente López Obrador se meta de lleno en las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de 2024 y logre el sueño dorado de México de poner presidente americano en la Casa Blanca.
En su clásico Las invasiones norteamericanas a México, el historiador Gastón García Cantú documentó 285 intervenciones estadounidenses en México en el corto período de 1799 a 1918, incluyendo la invasión militar de 1847 que derivó en la apropiación ilegal de la mitad del territorio mexicano y la de 1918 para influir en el rumbo de la Revolución Mexicana.
El lenguaje de pánico el miércoles de instancias estadounidenses dibujaron a un aparato político y de poder estadounidense con el rostro pintado de guerra y el hacha desenterrada. La reacción fue a las declaraciones presidenciales de López Obrador que anunciaban la llegada a Estados Unidos de enviados mexicanos para movilizar a la estructura consular en contra de los republicanos que quieren aprobar la caracterización de los cárteles como terroristas y con ello empujar la invasión militar y de marines, cuyos primeros versos de himno mencionan a México:
Desde los Salones de Moctezuma
a las costas de Trípoli;
peleamos las batallas de nuestro país
en el aire, en tierra y en el mar;
primero para luchar por el derecho y la libertad;
y para conservar limpio nuestro honor;
estamos orgullosos de reclamar el título
de Marines de los Estados Unidos.
El subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, respondió el miércoles a una pregunta del apanicado –¿tembloroso?– senador Bill Hagerty, según reporta la nota del sitio Eje Central: “¿el Departamento de Estado condena la amenaza de AMLO de interferir en las futuras elecciones estadounidenses?” Y, dice la nota, Nichols tomó aire –¿tembloroso?– y respondió con cautela: “así como respetamos la soberanía de México, le pedimos al presidente López Obrador que nos respete la soberanía”.
La afirmación del subsecretario de Estado debió de ser enviada al despacho principal del propio secretario de Estado, Antony Blinken, quien se metió a calificar de modo oficial las reformas electorales que la estructura democrática legislativa mexicana había tomado cumpliendo con todos los requisitos de ley e inclusive a la espera de validación o congelación judicial, pero en un momento en que esa declaración fortaleció la posición política de la alianza opositora Coparmex-Claudio González-INE-PRIANREDE- agrupaciones ciudadanas de centro-derecha, en un acto típico de intervención diplomática estadounidense, al grado de que al día siguiente el abrumado embajador Ken Salazar tuvo que salir a explicar lo que el señor secretario quiso decir.
El presidente Biden ha autorizado directrices de Estado para intervención extraterritorial del Gobierno de Estados Unidos en otros países –sobre todo del continente americano–, en función de la nefasta doctrina Monroe de que “América (EU) es para los americanos (estadounidenses)”: la Casa Blanca tiene procesos en curso para castigar la corrupción en otros países y está preparando una segunda fase de una cumbre sobre la democracia para fijar el criterio imperial de que la única democracia es la que Estados Unidos decida. Inclusive, el presidente López Obrador ha criticado estas intentonas extraterritoriales de la Casa Blanca de Biden en temas de corrupción, seguridad y democracia.
Ha sido muy significativa la respuesta de temor del aparato imperial de Estados Unidos que hoy moviliza sus tropas contra China y Rusia por el miedo de que el presidente López Obrador pueda poner presidente en la Casa Blanca, aunque el recelo de la clase política americana radica más bien en el empuje que trae el expresidente Donald Trump para conseguir la candidatura republicana en 2024 y ganar de nueva cuenta las elecciones presuntamente al presidente Biden como candidato a la reelección.
Las respuestas miedosas del Congreso estadounidense quizá estén reflejando la fragilidad de las instituciones políticas americanas y por ello los republicanos quieren aprobar la militarización del tema de los cárteles mexicanos para instrumentar decisiones de uso de la fuerza militar estadounidense dentro de México.
Cuenta la historia de la picardía política mexicana que un día le recomendaron al presidente Ruiz Cortines que México le declarara la guerra a Estados Unidos para poner un hasta aquí a las presiones imperiales, pero que la respuesta enfrió los ánimos. “¿y si ganamos?”