Diferencias entre un estúpido y un idiota
Hoy lo sabe el mundo entero.
Y es que, en su momento, no sólo lo dijo y lo ratificó de manera pública el Comando Norte del gobierno de Estados Unidos.
Sí, también lo dijo “a los cuatro vientos” –y en sus memorias–, Mike Pompeo, el mismísimo Secretario de Estado del hoy ex presidente Donald Trump.
Sí, de igual manera hoy lo dicen congresistas tanto del partido en el poder en Estados Unidos –congresistas demócratas–, como legisladores de la derecha norteamericana; los republicanos.
Y por supuesto que lo dicen políticos, periodistas, articulistas y, sobre todo, expertos en seguridad y en violencia criminal, del mundo entero.
Todos dicen –palabras más, palabras menos–, que el de López Obrador es un “narco-gobierno” al servicio de las bandas criminales.
Sí, dicen que el mexicano es un “narco-gobierno” y que el presidente de México y de los mexicanos es el mandatario que más ayuda a las bandas criminales; el que más las solapa y más las encubre.
Sí, un presidente de nombre, López Obrador, convertido en aliado clave de las mafias criminales mexicanas; que son algunas de las mafias más potentes y poderosas que han existido en el último siglo en el orbe.
Grupos criminales vinculados a los barones del crimen y que –por décadas–, han convertido a la sociedad de Estados Unidos en rehén de las drogas.
Y es que si en algo tiene razón el presidente mexicano es que no existe oferta sin demanda; que no es posible la comida sin el hambre y que resulta una obviedad y una ofensa al sentido común insistir y hasta “necear” que México es el mayor exportador de drogas sin entender que el vecino del norte es el mayor consumidor.
Sí, sin embargo, parece que el único que no entiende la realidad del mercado, en general y del comercio de las drogas, en particular, es el mandatario mexicano.
¿Y por qué López Obrador no quiere entender la dinámica económica de las bandas criminales?
Porque el ex eterno candidato presidencial y hoy mandatario mexicano cree que es el único que descubrió el círculo virtuoso del negocio de las drogas, frente a la política.
Sí, López Obrador cree que nadie más entiende que a lo largo de los últimos 30 años su partido y sus ambiciones presidenciales fueron pagadas por el crimen organizado.
López cree que nadie vio, que nadie descubrió y que nadie documentó sus nexos con el crimen y con los matarifes de las drogas en los últimos 30 años en los que construyó su poder político.
Y como López se cree “limpio”, supone que todo su gobierno, que todo su partido y todos sus aliados criminales “están limpios”.
Lo que no entiende es que las mismas agencias norteamericanas que llevaron a García Luna a los tribunales, son las mismas que lo llevarán a prisión por los mismos delitos; por mantener vínculos con las bandas criminales.
No entiende que las mismas mafias que financiaron a Morena, a gobiernos municipales, a gobiernos estatales y que llevaron a puestos de elección popular a diputados y senadores de Morena, lo dejarán caer cuando no le puedan “sacar más jugo”.
Mafias que cobran sus cuotas criminales; que exigen “el pago de piso” en la política y en el poder y cuya cuota cobra vidas y exigen lealtad y protección sin más reclamo.
Lo peor del caso es que el único “que no entiende que no entiende” se llama López Obrador, el mandatario mexicano ciego y sordo y que imagina que el mundo está ciego y sordo.
Sí, López Obrador no sabe y no quiere entender que el mundo entero ya sabe que el suyo es un “narco-gobierno” y que tarde o temprano le cobrará con prisión la estulticia de creer que puede engatusar a las bandas criminales.
Por eso obliga preguntar: ¿Hasta cuando entenderán México y los mexicanos que el mundo es global y que no estamos solos?
Al tiempo.