
Los niños que fuimos
Parte de la transformación mal planeada, mal planteada y mal logrado que pretende consumar Andrés Manuel López Obrador ha resultado en cambios en el lenguaje de la vida política de nuestro país. Efectivamente, aunque no todos los cambios positivos se debieron a él, aunque no todos los cambios positivos que el intentó fueron completados o bien recibidos, estamos ante una inminente etapa coyuntural de nuestro país y que se gestó desde antes de su mandato y no fue por su genialidad ni su mano. Pero algunos temas sí se llevaron a efecto de transformación, ya veremos si es permanente, pero uno de ellos fue el bajo nivel intelectual y de respeto entre las autoridades y la opinión pública.
La apertura para una crítica mordaz y constante, la investigación que arroja luz sobre los crímenes y errores de los funcionarios públicos y el lenguaje coloquial permeando en la comunicación activa de las autoridades empezó a transformarse desde hace décadas, incluso donde el mismo AMLO de las campañas arrojaba insultos a las autoridades por medio de la prensa y las redes sociales. Ahora en el poder se hincha de coraje, lo mismo que su secta de adoradores con cargos públicos como los diputados de la 4T, mientras que él, desde la tribuna más alta y privilegiada del país injuria a cuantos se le viene en gana, ofendiendo, discriminando y amenazando de forma impune. La oposición y la prensa de investigación son los que están al frente recibiendo los peores ataques, en una nación que debería garantizar no sólo la libre expresión de los ciudadanos y sus organizaciones si no que debería impedir el abuso verbal que una autoridad como el presidente puede hacer sobre los ciudadanos a los que sirve. La clase y cantidad de insultos que arroja en un mes en su púlpito sagrado de las mañaneras, no se puede detectar en un sexenio completo de cualquiera de sus antecesores. Está claro que pusimos de presidente a un bravucón, abusivo, charlatán y carente de los tamaños que se necesita para ser un estadista.
Este monero cree que su nivel intelectual se demuestra en toda esa basura que sale de su boca, y como sus insultos son masivos, si se llegara a instalar la ley que castiga por ofensas públicas, el nos debería a todos los mexicanos una maldita fortuna.