Ironía
Claro, por supuesto que está indignado. Nadie le dijo que ser elegido como presidente de la República mexicana traía responsabilidades y obligaciones tan complicadas Y molestas como el hecho de tener que transparentar sus bienes y patrimonio, el tener que colocar personas honestas en los puestos importantes de gobierno, el cuidar que esas personas no transgreden desde sus puestos las leyes y se beneficien personalmente. Él pensaba que ser presidente era tan fácil como coser y silbar. Que era cosa de sentarse en la silla y mandar, pedir, ordenar y gritonear; que su sola presencia callaría bocas y que la gran admiración que el pueblo le había manifestado en sus giras se contagiaría a todo el resto de la República mexicana y su imagen santificada lo colmaría de un halo de pureza y honestidad incuestionable. Y por ende, por su toque divino, todos aquellos que servían bajo sus órdenes automáticamente serían puros, limpios e inescrutables.
Ahora que ve que gracias a la libertad de expresión y de prensa los ciudadanos pueden vigilar y cuestionar a los políticos en sus posesiones y decisiones, en vez de enmendar los terribles daños que están haciendo al erario, a la reputación de su mandato y a la dignidad de nuestro país, simplemente prefiere tirar sus patadas de ahogado y cuestionar al periodismo.
Claro que está indignado. Porque a través de un trabajo legal y que no ha sido otorgado a través del sufragio, periodistas han conseguido un patrimonio. Nadie duda que podrían hacer algunos de ellos actos de cuestionable moral, y como cualquier ciudadano están expuestos a caer en las tentaciones de realizar incluso acciones ilegales para enriquecerse, pero a través de las instancias jurídicas el mismo gobierno podría investigar a dichas personas y no colocarlas en el ojo público sino en la cárcel si es lo que corresponde. Pero no puede.
Se indigna ante la obligación que le presentan la constitución y las leyes que de ella emanan, y que todavía le obligan a proteger a aquellas personas que investigando han descubierto los grandes escándalos de su sexenio, pero parece que nadie le hubiera explicado que de eso se trata ser el mandatario de una nación con un estado de derecho.
Este monero ha repetido en diferentes ocasiones que poniendo en la balanza los gobiernos anteriores y este podemos darnos cuenta que el resultado es el mismo, son igual de corruptos, ineptos, antipatriotas, egoístas y absurdos. Solamente varían en sus formas de hacerlo y en la imagen que presentan al público. Pero el resultado es el mismo. Y a todo ello hay que agregarle que este gobierno ni siquiera tiene capacidad para hacer sus porquerías y echarles tantita tierra encima.
Cuestionar las acciones del presidente y su pandilla es tan fácil que un preadolescente metiéndose el dedo en la nariz podría encontrar suficientes acciones cuestionables como para darse cuenta de ello. La única forma de dejarle pasar lo que has hecho es a través de un acto de fanatismo que solo los más recalcitrantes seguidores puede realizar, ya sea como un acto de fe o porque se están beneficiando de la misma manera que los grandes políticos de arriba.
Y no cabe duda de que aún continúan las altas posibilidades de que el próximo gobierno de la República quede en manos del mismo movimiento, del mismo partido, a través de las corcholatas del Peje. Porque seguramente pintarán de más eficiencia y más honestidad al siguiente candidato cuando sabemos que eso es mentira. Pero la gente quiere creer lo contrario.
Y aún queda la enorme deficiencia de la oposición. Aún no hay un solo candidato que valga la pena para que abandonen su idolatría estúpida las masas de chairos y los maiceados que aún podrían sostener la cuarta transformación después del mesías de Macuspana.
Ya que la oposición corre como gallina descabezada, el único freno que tienen las locuras del emperador, es el periodismo. Tal vez se estén enriqueciendo unos pocos de sus miembros, curiosamente los que tienen más audiencia y por ende son los preferidos del pueblo bueno que también sostiene a AMLO, pero también habría que mencionar que en su afán por no ser señalado en la prensa, el gobierno está fallando en salvaguardar uno de los derechos principales de la misma. El derecho a la vida. Mencionó esto solo como colofón de lo anterior, para recordar que México es uno de los países con más atentados contra periodistas. La ecuación suma clara, al gobierno le molesta el periodismo, el periodismo es atacado. Indirectamente tal vez, pero el presidente es causa de uno de los peores momentos de la historia del periodismo en México. Pues que se amuele, que escuche los escándalos que aún faltan por revelar y como dicen ahora, que soporte.