Libros de ayer y hoy
Uf pero qué buena auto zancadilla se ha metido la propia corcholata favorita de su majestad y mesías el pejelagartón, la doctora Claudia Sheinbaum.
Más allá de una metida de pata o una muestra de ingenuidad política, el allanamiento perpetrado por el contralor y sus granaderos hizo que cada uno de los volantes incluidos en los paquetes encontrados en la oficina de la alcaldía Cuauhtémoc dirigida por Sandra Cuevas, se haya potencializado mediáticamente en su contenido a 10 o 100 veces más que el daño que hubieran hecho dichos papelillos entregados al público por las calles de la ciudad de México. Lo digo porque era muy probable que nunca hubiéramos dicho contenido en las ciudades de provincia, pero al distribuirse a través de los medios digitales y redes sociales, ha servido de recordatorio de las fallas que ha tenido Claudia Sheinbaum durante su mandato en la regiduría de la gran megalópolis y capital de nuestro país.
No voy a aceptar que se diga que fue una ingenuidad producto de su falta de malicia, o de la falta de colmillo que debe tener un político mexicano a estas alturas, por qué bien que lo tienen para otras cosas como el desvío de fondos el uso de la fuerza pública ilegal para allanar dicha alcaldía o para tratar de realizar campañas en todo el país para promoverla.
¡No, no! que se friegue, qué asuma las consecuencias y absorba este trancazo, tal vez la alcaldesa Cuevas no capitalizó lo suficiente esta escaramuza pero definitivamente a Claudia si le va a afectar.
Este monero se imagina qué Marcelo Ebrard debe de estar relamiéndose los bigotes ante la fallida campaña de su corcholata adversaria. Bien dicen desde hace tiempo en los refranes de la política mexicana qué el que se mueve no sale en la foto.