Diferencias entre un estúpido y un idiota
El concepto de ecosistema científico es mucho mas avanzado que los llamados de triple o quíntuple hélice para el desarrollo científico-tecnológico de cualquier país; a partir de esos conceptos se erigen las políticas públicas en esta materia.
Entre mas avanzado sea el concepto o modelo puede parecer mas complejo, pero no lo es tanto ya que sólo es mas completo y requiere un entendimiento mas preciso; mismo que resultará en políticas públicas integrales, holísticas.
Es decir, para las instituciones y los países, la aplicación de un concepto rudimentario al desarrollo científico-tecnológico resulta en políticas públicas mas frágiles, desactualizadas, deficientes y limitadas que en el caso de un concepto avanzado; así sucede con el de triple y quíntuple hélice respecto al de ecosistema científico, el último es mas avanzado.
El CONACYT actual argumenta un avance en sus políticas públicas debido a su concepto de mas de tres hélices; cuando en ello, en realidad, no hay avance significativo, sino estancamiento.
Un estancamiento en políticas públicas para el desarrollo científico-tecnológico implica retroceso ya que las estrategias de otros países siguen avanzando y, al explotar conceptos mas avanzados, aquellos se alejan cada vez mas del nuestro.
La tripleta dada por el conjunto de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, es complemento ecosistémico, entre otros, al par de Conocimiento y Educación, CE.
En México se tienen asimilados tanto el modelo como los efectos e importancia del par CE.
Las universidades públicas tienen mucha aceptación social, mucha mas que aquella presumida por el habitante de Palacio Nacional, y eso es sostenible ya que no está basada en programas clientelares, sino en una estructura donde la sociedad confía que la matrícula de sus descendientes les proveerá oportunidad de movilidad ascendente.
Los mecanismos de enseñanza-aprendizaje de las instituciones de educación superior mexicanas, que sustentan al par CE, dotan aceptablemente de habilidades y aptitudes que resultan en capacidades y competencias –les hacen competentes- a quienes ingresan a programas educativos.
El conocimiento en el par CE puede ser adquirido o bien generado y aplicado a fin de transferirlo mediante procesos de enseñanza aprendizaje.
Hasta hace algunos decenios la transmisión del conocimiento sólo se constituía de la componente asimilada; o sea que las personas reciben clase de docentes quienes aprendieron de libros publicados décadas atrás, es decir, se transmitía sólo conocimiento asimilado, en unas instituciones se hacía mejor mientras que en otras no tanto.
Luego, hacia las décadas finales del Siglo XX, México incorpora componentes de generación y aplicación del conocimiento propio al par CE; fue consecuencia de las políticas públicas relativas al Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT, a programas de la SEP como el PROMEP – que evolucionara a PRODEP y otras formas-, a estrategias como la retención y repatriación –en cualquiera de las modalidades-, y los diferentes esquemas para otorgamiento de becas y financiamiento asociado a posgrado para la continuación en la formación de recursos humanos.
Al añadir la generación y aplicación al conocimiento asimilado, hacia el par CE se solicita que publicaciones científicas, participación en docencia de licenciatura y posgrado y la obtención de patentes por invenciones se incorporen como índices a ese par, con la intención de impulsar a la generación propia de conocimiento.
Empero, los requerimientos de competitividad global han mostrado que un par CE sólido no es suficiente; sino que hace falta añadir al ecosistema la tripleta CTI.
Ambos, CE y CTI, son vectores independientes de un ecosistema científico que, si se combinan adecuadamente por políticas públicas, pueden impulsar la riqueza de México.
La integración del par y la tripleta está sujeto a su claro entendimiento; ahí CONACYT y el poder legislativo han fallado, deben contar con asesoría autónoma para entender el asunto.