Diferencias entre un estúpido y un idiota
Sin ninguna figura de consenso que pudiera proyectar una propuesta coherente y de reconstrucción sistémica, la lista de precandidatos presidenciales del PRI no garantiza ninguna victoria y en los hechos solo representa el mensaje indirecto a la oposición para una candidatura aliancista con el PAN.
Como ha ocurrido con todas las listas priistas, en la actual ni están todos los que son ni son todos los que están. A la lista de ocho reconocidos de manera oficial hasta ahora por el CEN del PRI y que ayer y hoy presentaron su propuesta de país, habría otros ocho que quedaron fuera por razones que solo conoce el presidente nacional priísta Alejandro Moreno Cárdenas: Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray Caso, Aurelio Nuño Mayer, el propio Alito que se había proyectado como aspirante, el candidato derrotado en el 2018 José Antonio Meade Kuribreña que sigue representando un grupo político dentro del PRI, el gobernador mexiquense Alfredo del Mazo que se encuentra en la orilla del precipicio morenista y en el limbo priista el exgobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz.
De la lista oficiosa –que no oficial– se podría encontrar tres perfiles más o menos previsibles: el populismo en decadencia y sin discurso en el PRI de Beatriz Paredes Rangel –con problemas de salud que le impedirían hacer una campaña competitiva–; los neoliberales Ildefonso Guajardo, José Ángel Gurría Treviño, Enrique de la Madrid y el priista-neo panista –cualquier cosa que eso signifique– Esteban Villegas apenas estrenado como gobernador coalicionista de Durango; y quedan dos gobernadores en funciones que forman parte de la cuadrilla de aliados del presidente López Obrador: el gobernador oaxaqueño Alejandro Murat Hinojosa, que cedió a Morena la plaza de Oaxaca sin chistar y juega en la cancha morenista y el gobernador coahuilense Miguel Riquelme que estaría dispuesto a entregar la entidad también a Morena.
El modelo de participación ante la cúpula priista titulado como Diálogos por México es una primera pasarela pre-presidencial para ir calando a los políticos que han dicho que quieren participar como candidatos, pero con un PRI hundido en el 16% de los votos y con una bancada en la Cámara de Diputados producto de su alianza con el PAN y el PRD.
La lista oficiosa de precandidatos del PRI revela el primer indicio de ruptura entre los jefes políticos, al mismo tiempo que el perfil de los suspirantes carece de alguna propuesta coherente de largo plazo y ninguno de ellos representaría al viejo PRI revolucionario y casi todos –incluyendo a Paredes Rangel– involucrados y comprometidos en el modelo neoliberal salinistas-zedillista que estuvo en el perfil de Enrique Peña Nieto como candidato en el 2012 y desde luego en el de Meade Kuribreña en el 2018.
El expresidente Salinas de Gortari estaría representado en las posiciones neoliberales de Guajardo, Gurría, Claudia Ruiz Massieu y Enrique de la Madrid por haber participado de manera directa en la configuración del proyecto salinista, además de la política tlaxcalteca Paredes Rangel que contribuyó como secretaria general del partido a la transformación del PRI de partido heredero de la Revolución Mexicana al partido del neoliberalismo salinista que representó Luis Donaldo Colosio.
Cuando menos en la primera lista de ocho precandidatos nadie representaría el proyecto –personal, porque político nunca lo hubo– de Enrique Peña Nieto, aunque en algunos niveles del PRI esperan una segunda camada de precandidatos donde puedan aparecer, cuando menos, Osorio Chon, Videgaray, Del Mazo y/o Nuño. Sin embargo, el expresidente Peña Nieto parece más preocupado por mantener el cacicazgo político-personal en el Estado de México, sin que la elección de gobernador pudiera representar algún escenario político nacional.
El PRI perdió ya cualquier posibilidad de dirección política por sí mismo y se ha convertido en un espacio de compensación que estaría jugando sus dos cartas de sobrevivencia: la alianza con Morena en los proyectos de finales de sexenio del presidente López Obrador y la posibilidad de ser la única fuerza política con capacidad para construir una coalición con el PAN, toda vez que el PRD avanza hacia su extinción total y Movimiento Ciudadano jugará su carta individual para evitar su desaparición.
En este contexto, el PRI no ha decidido todavía su modelo de coalición: con López Obrador o con el PAN, aunque lo único claro es que no regresará nunca a la presidencia de la República.