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Trump, ¡uy que miedo!
La comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, de la Cámara de Diputados, del H. Congreso de la Unión, ha presentado una iniciativa de reforma para la Ley de Ciencia y Tecnología vigente.
Presume una aportación relevante en favorecer al federalismo con una coordinación en los tres niveles de gobierno para CTI, eso es deseable; sólo queda pendiente cómo y con qué recursos pueda ser eficaz.
Los municipios apenas sobreviven y los estados se encuentran en condiciones financieramente estresadas.
Lo anterior se ilustra toda vez que el proyecto de egresos de la federación incluye recortes significativos en el Ramo 38, administrado por CONACYT, e incluso en el PECITI.
Aunque ya se verá cómo queda luego del proceso legislativo, no se prevé cambio significativo alguno al PEF por el enorme pie sobre el cuello que el ejecutivo ha impuesto en lo que debería ser un contrapeso republicano.
Lo más probable es que el PEF se apruebe sin cambiar ni una coma, deseo equivocarme, pero creo que no; lo cual implica que será un hecho la reducción al gasto público en CTI durante 2023.
De regreso a la iniciativa de reforma, ésta contempla 80 artículos, algunos de los cuales tratan sobre los Centros Públicos de Investigación, CPIs, que coordina el CONACYT; se presume, también, que este hecho abre la puerta a una posible ley especial para los CPIs; ¿por qué no incluirlo de una vez?
Podría ser en la actual reforma, un título entero, con capítulos y artículos que normen y liberen a los CPIs del yugo del cambio de políticas sexenales; que permitan se consoliden proyectos al margen de los vientos político-electorales.
Más aún, ¿por qué no fijar, por ley, procedimientos claros para que ese consejo no cambie, al contentillo, con tiempos arbitrariamente pequeños y retroactividad, las reglas de programas tan importantes como el Sistema Nacional de Investigadores?
La actual administración ha dejado un aprendizaje: Si no pensamos en el Cisne Negro, pueden llegar a la toma de decisiones mentes obtusas y limitadas, con consecuentes decisiones que destruyan al sistema de CTI mejor intencionado.
Los actuales candados en la Ley de Ciencia y Tecnología no ha impedido el grado de desastre y destrucción, nunca visto antes; luego entonces, la iniciativa de reforma debe incluir candados más firmes y claros.
El reto es colocar esos candados para limitar actos por autoridades sin que resulten prohibitivos ni limitativos, sino en un impulso decidido para la actividad sustantiva en CTI; actividad que México necesita para mejorar condiciones sociales, pero de manera seria, para ofertar soluciones a problemas nacionales con base en resultados, más allá del discurso ideológico.
Un paso relevante sería dotar al CONACYT de una estructura de autonomía constitucional, con la prohibición de reducción presupuestal como en otros; esto se ve muy difícil por la composición actual en el poder legislativo, no obstante, al incluirlo sería un avance serio no paliativo.
Con esta iniciativa, buscan cumplir mandato en transitorios de la Ley General de Educación Superior, para salir de la falta legislativa, ya que debía ser entregada muchos meses atrás.De esta manera se aborda por fin el tema, es un punto favorable; de no haberlo hecho, además de perseverar en la falta, toda iniciativa de ley quedaría congelada en escritorios del ejecutivo o legislativo.
Sin embargo, la iniciativa tiene muchas deficiencias, aprobarla como está sin consultar a la comunidad experta, aquellas personas profesionales de la CTI con experiencia normativa e influencia en la comunidad, mas allá de la UNAM y los seleccionados por el CONACYT, será un grave error.
Quedarían muchos huecos sin atender y, como se ha dicho arriba, ahí se dan, en los detalles está el diablo, los mayores perjuicios al sistema en CTI mexicano y halla oportunidad el desastre; es la figura del Cisne Negro.Así pues, la iniciativa abre formalmente el debate, espero evite una reforma deficiente, esperemos resulte en una ley sólida.