
Los niños que fuimos
El populismo en América Latina funciona como una enorme fiesta en dónde hay todo tipo de excesos. Cada quien tiene lo que quiere en esta fiesta y hace lo que quiere y se divierte como si no hubiera un mañana. Porque el populismo sanciona lo que hoy es el antojo de las masas, no piensa en el futuro, no piensa en los recursos que se desperdician, no piensa en cómo va a pagar la cuenta de la fiestecita, no piensa en crear inversiones para sostener el crecimiento de su país, solo piensa en lo que hoy es requerido por el pueblo que antepone sus gustos a su necesidad.
El populismo no se puede sostener. Y para muestra un botón.
El atentado contra Cristina Fernández de Kirchner nos lleva a observar la situación actual de Argentina bajo el mando del presidente Alberto Fernández, quien ha acendido al cargo junto con la vicepresidenta Cristina, quien antes fuera presidenta de esa nación.
El pueblo argentino se opuso a las medidas y políticas de Mauricio Macri, el anterior presidente y para castigar a dicha corriente política elige a esta dupla creyendo que estarían en una posición mejor dadas las promesas qué Alberto y Cristina habían vertido sobre este pueblo. Pero desde su ingreso, una gran mayoría de argentinos ha quedado decepcionado por la falta de resultados y por la implementación de políticas que han resultado tan malas como las del señalado Macri. Sí bien el atentado contra la vicepresidenta no se justifica de ninguna forma, el hecho ha encontrado eco en algunos grupos de argentinos sobre todo que muestran una enorme desilusión después de haber votado en su momento por este grupo político y hoy encontrarse arrepentidos.
En opinión de este monero esto es lo que se cosecha cuando se siembra populismo, decepción.
Y lejos de hablar de los estúpidos qué se lamentan qué el perpetrador haya fallado en su cometido, o de los conspiranoicos qué pretenden hacer de este atentado una pantomima orquestada desde los círculos del poder, el hecho es qué la efervescencia política en este país Se incrementa al grado de producir estás primeras chispas de violencia intolerables.
Mientras la justicia está buscando desde hace tiempo condenar Cristina por fraudes presuntamente cometidos cuando era presidenta, el apoyo en las calles crece y hace más difícil ahora el que la ley se cumpla y el sistema judicial haga correctamente su trabajo, se vuelve casi imposible ahora que dicho proceso quede embarrado de la propia política y la opinión pública, las dos columnas que sostienen cualquier Movimiento populista.
Lecciones hay que aprender en este caso para los demás pueblos de latinoamerica que se han dejado seducir por el populismo. Incluyendo, por supuesto, a México.