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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 1 de enero de 2018.- Sentada en una silla, con sus revistas exhibidas a lo largo de la banqueta, la señora Elvira Morales Castañeda cuenta que ha tenido su negocio desde hace 50 años en la calle Mariano Escobedo, cerca de la heladería Tucky Tucky en la Plaza del Carmen.
Con el paso del tiempo ha visto la desaparición de otros comercios como la “Farmacia la Perla”, la tienda departamental “Chalita” y Mueblerías Garza, mientras ella permanece en su puesto aunque hayan ocasiones en las ventas no sean tan buenas, “hay dinero y se vende, no hay dinero no se vende. Así es el comercio”.
Nacida en la Hacienda Laguna Seca, en el municipio de Charcas, migró a la capital junto con sus padres y sus doce hermanos cuando tenía entre cuatro y cinco años. Su vida la ha hecho en San Luis Potosí y no ha vuelto su lugar de nacimiento.
Antes de tener su puesto de revistas, trabajó durante doce años en los almacenes “La Virgen”, pero una de sus hermanas le dijo “salte, para que te vengas acá (al puesto de revista)”. Y aunque se tenía la oportunidad de estudiar lo único que se ofertaba eran puestos de secretarias, además “uno no podía (estudiar) porque fuimos muchos hermanos” y le correspondía cuidar a los más pequeños al ser la mediana de la familia.
La señora Morales Castañeda llega desde las 8 de la mañana y se retira a las seis de la tarde y, aunque sean días festivos como navidad o fin de año, sea invierno o verano, abre todos los días.
Aunque no tenga hijos que la ayuden, comenta que otras compañeras comerciantes son quienes la apoyan para comparar su comida o colocar las revistas, además de que el ambiente es tranquilo y no ha sufrido percances “nosotros nos encomendamos a Dios”.
Antes se instalaba en un pequeño local ubicado en la misma calle, sin embargo, llegó un momento en el que dijo “no, ya no se puede” pues era rentado. Actualmente instala su puesto de revistas a las fueras, en la calle.
Al tener tantas revistas a su disposición, conoce la situación de la ciudad, se está al día “nadie nos cuenta nada, no nos cuentan las muelas”. Ha tenido clientes frecuentes a los que entrega el periódico todos los días, incluso hay quienes llegan del Congreso del Estado “entregamos al licenciado Juan Pablo, a la Arquidiócesis y en la Catedral” y otros personajes de la ciudad como el maestro Ernesto Báez Lozano, “le gustaba mucho la música”.
Cuenta que aunque le haya “pedido a Dios” 70 años, ya cumplió 74 y espera que le conceda “los que él diga. Si no va a decir que ésta está jugando”, mientras atiende el puesto que le brinda ingresos aun después de tantos años.