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Trump, ¡uy que miedo!
Antier circuló el rumor que la Directora de CONACYT tomaría las riendas de la SEP; fue detonado por Mario Maldonano, periodista de El Heraldo, quien ha reconocido en redes sociales su error al confiarle veracidad a sus fuentes.
Ayer martes, durante la sesión de preguntas de la homilía palaciega, se confirmó que “la necesitamos donde está”, dijo Huey Tlatoani; así que por ahora se queda en CONACYT.
El rumor del lunes desató preocupación masiva en la comunidad científica mexicana; incluso fue tendencia durante parte de la tarde.
No es para menos, la percepción de la comunidad profesional de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, es que el sistema científico mexicano ha sido destrozado por CONACYT en la administración actual; antes el impulso era deficiente, ahora hay destrozo.
De hecho, como este espacio ha dicho, ahora en propia voz de la Directora de CONACYT, fueron cerca de 22mil millones de pesos, mdp, que desde lo extintos fideicomisos se destinaron a proyectos prioritarios; se pusieron en charola de plata para el habitante del Palacio Nacional.
Así lo mostró en la mañanera de ayer martes y el pasado 4 de agosto durante la unilateralmente postergada comparecencia ante el poder legislativo.
Entre una seguidilla de imprecisiones voluntarias y premeditadas, la directora de CONACYT dice que la CTI en México está mejor que nunca antes; aseguró que algún subsistema, como el caso del Tecnológico Nacional, ha mejorado en membresía en el Sistema Nacional de Investigadores, SIN.
Esta columna opina que, como nunca antes, cualquier mejora es consecuencia del trabajo de las personas y a pesar del CONACYT.
Tal opinión se sustenta en hechos.
El año pasado la convocatoria del SNI fue publicada con una dilación tal que indujo un retraso en los casos aprobados y, en consecuencia, en las respuestas a solicitud de reconsideración; retraso que impacto hasta en 6 meses la ministración de la beca pese a haber cumplido con requisitos de productividad y recibido una evaluación favorable.
La convocatoria no ha sido publicada este año, ya es agosto y no van a alcanzar a resolver las solicitudes; quienes tengan evaluación hagan alcancía, se verá un retraso por lo menos similar al del año pasado.
Lo anterior sin descontar que, como nunca antes, el Reglamento del SNI ha cambiado tantas veces que muestra del desorden normativo y la falta de claridad en el proyecto para la CTI mexicana desde el Gobierno Federal; a menos que otro rumor sí sea cierto, ese que versa que hay conspiración para desintegrar al sistema científico mexicano.
A esta columna le parece que es por torpeza, falta de oficio, obediencia ciega e impericia.
Pero retomemos el hecho que casi 22mil mdp de los extintos fideicomisos, luego de regresar a la TESOFE, fueron para proyectos prioritarios; entonces, una implicación directa de que tales recursos dejaron de ser para ciencia, porque fueron a proyectos prioritarios, es que para la directora del CONACYT la CTI no es un proyecto federal prioritario.
No es rumor, fue dicho por la autoridad federal para la CTI.
¿Cómo creen que no iba a generar tanto revuelo la noticia que iría a la SEP si la comunidad en CTI ha recibido los efectos destructivos del actual CONACYT?
Son tan graves que algunas universidades públicas, como una importante en el noreste de México, allá donde tienen dificultades con agua, ya han lanzado programas internos, incluso antes del rumor en la SEP, para que su planta de profesionales en CTI no dependan de CONACYT.
Uno de los elementos de tal decisión es el desprestigio promovido desde las autoridades hacia la CTI; no se refieren a sí mismos, sino a las autoridades federales.
Otro es la pretensión de CONACYT en el sentido que los derechos de las invenciones patentadas bajo proyectos que financie le pertenezcan a ese consejo nacional.
El eco en redes al rumor que la directora de CONACYT iría a la SEP es consecuencia del gran rechazo de la comunidad CTI a sus actos y gestión; pero ahí seguirá, ella le es obediente a Palacio Nacional.