Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
Tomar decisiones del quehacer público se concreta, frecuentemente, de manera desorientada.
Mientras debe ser cimentada en la obligación de escuchar a simpatizantes y críticos, de asumir las consecuencias de las decisiones que tome quien ocupe tal o cual silla, por disparatadas o desafortunadas que sean; lo recurrente es perder los estribos, que la víscera se interponga, lo cual significa incapacidad de oficio en el servicio público.
Esto también es indicio de pérdida de interlocución y efecto de las críticas edificadas en hechos, tanto como en expresiones críticas reflexionadas, no así las lanzadas por una oposición pueril.
Las reflexiones en los párrafos precedentes se relacionan con la camorra que Huey Tlatoani lanza desde Sonora, en las que ha mandado al carajo a quienes tienen postura crítica; situación que puede ser manifiesta pérdida acelerada del poder.
La ecuanimidad y templanza están extraviadas en la administración pública federal; es brújula perdida y elementos discursivos equivocados, dislocados.
Es una escalada, es una bola de nieve, no sólo incremental en masa, sino, además, que baja varios niveles en toma de decisión y el quehacer público; alcanza a CONACYT y los Centros Públicos de Investigación, CPIs, que coordina.
Lo siguiente ilustra el punto, no es el único caso, se trata del hecho que en este espacio se publicó una contribución en el sentido que los CPIs están contagiados de las pésimas decisiones y operación pública en materia de Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI (Ortonormal de mayo 13 del 2022, https://sanluispotosi.quadratin.com.mx/opinion/cpis-contagiados/).
La opinión es complementaria a un escrito que casi un tercio, por ahora, de profesionales de la CTI en ese CPI remiten al DG de IPICYT, le expresan inconformidad en cómo ha procedido al respecto de nombramientos en jefaturas divisionales, nadie ha cuestionado que no fuera su atribución, sino su pretensión de tomar el pelo y la inexperiencia cuando hay enfrente procesos de evaluación de programas educativos, son cambios inoportunos, pues.
Resulta que en conclave reúne a un órgano asesor, la Junta Académica, dónde proyectan y discuten la citada opinión; por cierto, agradezco la atención y tiempo dedicado al análisis que tienen hacia mis letras.
Se dice que en tono amenazante de preocupación ha habido señalamientos y se anunció que esa opinión fue enviada a CONACYT, dónde muy probablemente ya había sido leída antes.
Extraviar la ecuanimidad distrae del raciocinio.
Así que aquí les recuerdo el texto del Artículo 6º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que en el primer párrafo dice: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado.”
Para continuar en el segundo párrafo del mismo Artículo con la sentencia de que “toda persona tiene derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión”; por ello, aunque se ha censurado esta columna en ese CPI, desde hace un par de años, mis colegas la siguen leyendo, tan así que hasta la analizan en sus cónclaves directivos.
Así, esta columna manifiesta, difunde y expresa ideas respecto del quehacer público, las políticas públicas, en CTI; no hay que buscarle las mangas al chaleco ya que no hay delito en ello.
¡Serénese y cumplan como servidores públicos!
De la misma manera que en los CPIs, haber mandado al carajo a quienes analizan, critican y se oponen a los actos desde Palacio Nacional puede traer costos, políticos en ese caso.
No caigan en tentación, la del poder debe ser moderada por la reflexión, por la ecuanimidad y templanza; nos seguiremos leyendo o equivóquense menos.