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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., a 21 de diciembre de 2018.- Adultos de la tercera edad trabajan para poder solventar sus gastos y mantenerse activos. Este es el caso de Adelaido Hernández Ramos y señora Eva Mayer Cruz, quienes hacen de “cerillitos” en un centro comercial localizado en la zona norte de la ciudad, donde se encargan de embolsar los productos comprados por los clientes a cambio de una propina.
Don Adelaido se jubiló hace nueve años, sin embargo, trabaja desde el 2015 en ese centro comercial pues “no me gusta estar de oquis” y, aunque hay ocasiones en las que le duelen las rodillas, disfruta mantenerse ocupado.
Comentó que los sábados y domingos obtiene mejores propinas, mientras que entre semana “poquito, pero sí sale a veces”.
Antes de ser cerillo, trabajó como velador tres años y se encargaba del cuidado de máquinas, pero “pasaba mucho frío, las desveladas y me la pasaba allá, por el cerro (…) en Las Lomas”.
Para llegar de su casa en la colonia Limones a su trabajo, se transporta en su bicicleta; entra a las 10:00 horas y sale a las 18:00 horas.
Agregó que las jornadas de trabajo no son duras, pues les dan la oportunidad de descansar en diversos turnos.
Su trabajo es voluntario y dejará de hacerlo hasta que ya no pueda, pues el dinero que gana lo utiliza para pagar su mantenimiento y otras deudas que tiene.
La señora Eva trabaja en el supermercado desde hace año y medio. Comentó que durante toda su vida fue costurera durante 40 años en la Ciudad de México, además de ser su propia jefa; después llegó a San Luis Potosí donde hacía productos de limpieza y vendía en los tianguis del Saucito.
Sin embargo, al ser de la tercera edad en varios lugares dejan de emplearlos. “Por las fuerzas y el cansancio” un conocido le comentó sobre el trabajo por lo que fue al (INAPAM) dónde sacó su credencial y fue canalizada al supermercado.
Indicó que, aunque hay ocasiones en las que no hay mucha gente, “hay personas que nos dan 10 pesos, cinco; hay veces en las que nos dan 20 o 50 centavos”.
Aunque es una persona mayor, “mientras estemos vivos, comemos” por lo que aún tiene gastos y no cuenta con otra persona más que sí misma, para ganar su dinero.
Al estar rodeada de “puros chiquillos” se vuelve a sentir joven con ellos, lo disfruta, pues también le platican sus aventuras y dice que seguirá trabajando “hasta que Dios me permita las fuerzas”.