Preparativos para una amenaza llamada Trump
La cuarta transformación es inminente, más aún está por verse si es permanente.
Una de las causas de que este monero ponga en duda si la transformación pretendida por Andrés Manuel López Obrador trascenderá o no, surge de un sencillo refrán que me sirve de ayuda para expresar mi opinión. Este refrán reza “el que mucho abarca, poco aprieta”.
Por un lado, las reformas y los cambios estructurales qué decidió realizar Andrés Manuel, que no son del todo perfectas. Incluso hay quien afirma que no son ni siquiera buenas, y son observadores moderados. Esto no da ninguna duda de que de realizarse una reestructuración del Instituto Nacional Electoral, se produciría un mamarracho inservible, inviable y seguramente lejano a los valores democráticos que los ciudadanos nos hemos esforzado tanto en implementar en nuestro país, que al lograr la creación de este instituto inició una etapa nueva en la democracia que llevó finalmente a la legal y legítima (y verdadera) elección de AMLO como presidente.
Por otro lado, para nadie es extraño los rumores de que de una u otra forma, ya sea estilo PRIISTA o Venezolano, el Peje y su banda pretenden hacerse con el poder más allá de este sexenio, y no quieren probar suerte otra vez, dejándolo a las urnas que deberían ser las únicas que hablen, como en su momento él lo consiguió, por lo que busca cambiar las reglas del juego y esto solo puede empezar demoliendo a la única institución que a pesar de su asedio cruel y despiadado, de sus embates demagógicos y recortes presupuestales, no ha podido poner de rodillas.
Es nuestra última esperanza de no hundirnos en el caos, es nuestro bastión para proteger la república, los principios y valores democráticos que aún deben persistir y evitar la caída en el fanatismo político, la total fragmentación de una nación y la fatal pérdida del estado de derecho en un país atribulado por la perdida de instituciones que pudieran sostenerlo más allá de la voluntad de sus políticos.
Sostengamos a esta institución, el INE y no permitamos que en su capricho infundado la reconstruya a voluntad para que se cumplan sus fines personales. Este es el principio de una verdadera república democrática como la que en verdad necesitamos.