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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 12 de diciembre de 2018.- Al caminar por el Jardín Colón y pasar por el Reloj Monumental, se puede observar a personas que andan de rodillas a lo largo de la vía; algunas son acompañadas por sus familiares quienes se encargan de colocar cobijas dobladas en el suelo para que el camino no sea tan pesado, su objetivo es llegar a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.
La fecha es especial para estas personas y muchas otras que caminan por la calzada, pues es el día de la morenita, de la madre de los mexicanos. Ir de rodillas representa una penitencia, el cumplir con una promesa, una manda por haber ayudado a estas personas en algún momento de necesidad.
Marco Antonio, ha llegado de rodillas a la Basílica por segunda vez desde la Caja del Agua. En esta ocasión para cumplir con una manda, ya que a mitad de año sufrió un accidente automovilístico y mientras derrapaba en el asfalto vio la imagen de la Virgen de Guadalupe, de la cual es devoto hace varios años, “cada doce de diciembre es venir a visitarla, aquí (en la Basílica) y en Villa de Pozos”.
Por otra parte, la señora Consuelo Loredo, acompañada por su hija y su nieto, viene de rodillas para “dar gracias a la Virgen porque nos da un año más de vida” y desde hace varios años cumple mandas el doce de diciembre.
Para otros es la primera vez, como es el caso de María Genoveva “vengo a pagar una manda de mi sobrino”; ella ha decidido iniciar en Reloj Monumental, y en compañía de su familia aún le queda camino por recorrer.
Al seguir por la Calzada de Guadalupe las personas pueden ver una, dos, tres… sigue la cuenta de aquellos que van arrodillados, con niños cargados a sus espaldas o que los acompañan por un lado con el compromiso que solo un niño puede mostrar. Otros no tienen más compañía que la suya e incluso andan sin mantas que amortigüen la dureza del suelo.
También se puede observar a familias enteras, solitarios, parejas, abuelas y abuelos con rosario en mano que oran durante el trayecto. De igual forma, los más pequeños son parte de la fiesta, niñas que visten mantos como la Guadalupana, niños vestidos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.
Mari Carmen acompaña a su mamá desde hace más de 40 años cada 12 de diciembre, y aunque su padre ya no puede venir por su avanzada edad, fue voluntario y “Caballero de la Virgen de Guadalupe”; todos los años visitan a la Guadalupana para dar gracias por las bendiciones recibidas a lo largo del año.
Al inicio de la calzada y de forma esporádica, se han colocado puestos de flores y de fritangas; con la canción “Virgen Morena” de la banda de rock mexicana El Tri, un hombre vende veladoras; una familia es voluntaria para ofrecer botellas de agua a los peregrinos, mientras que paramédicos se acercan a ofrecer su ayuda a quienes lo necesitan.
Magdalena Tristán Mireles, quien desde hace más de 15 años vende flores a las personas que visitan a la Virgen de Guadalupe, coloca su puesto desde el once de diciembre por la mañana y no se marchan hasta que termine la pólvora, después de las once de la noche del día siguiente.
La señora Tristán, acompañada por su hijo y su nuera para vender durante estos días, ha observado que el número de visitantes ha disminuido, “no sé qué pasa, a lo mejor es falta de fe. Ya no son aquellos años cuando venía muchísima gente (…) no se podía dar paso”.
Ya se siente cerca la Basílica; más y más puestos se reúnen a los costados de la iglesia. Tacos rojos, enchiladas, elotes, tamales, pozole, flautas… atole, gelatinas, pasteles, pan dulce, manzanas de caramelo, algodones de azúcar, palanquetas… hay para escoger comida y postres. Puestos con varias mesas vacías y otros que están llenos.
Además de la comida, la pólvora forma parte de la fiesta este doce de diciembre; David Medina platicó como su abuelo, Miguel Median López, trajo la pólvora al Estado hace más de 47 años, mientras terminan de colocar el castillo que será encendido después de las once de la noche. También se contará con 6 candelas romanas, bombas de seis pulgadas, cohetones bomba y una figura de la virgen.
Después de la 13:30 de la tarde, se observan filas que inician en la última fuente cercana a la Basílica; algunas personas llevan figuras, cuadros y flores para la Virgen del Tepeyac, otras continúan con el rosario o platican entre ellos, mientras se escucha a lo lejos las mañanitas dedicadas a la Morenita de México.
Desde las varias calles que rodean a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, continúa la venida de devotos que esperan saludar a la aparición mariana, aquella que en 1531 se apareció en cuatro ocasiones a San Juan Diego en el Cerro del Tepeyac.