
Vinculan a proceso a Los Alegres del Barranco por apología del delito
Con la agudeza que le es tan propia, el articulista de Milenio y El País, Jorge Zepeda Patterson comenta hoy sobre la dificultad del intento presidencial para administrar con acierto su confianza hacia sus colaboradores. Lo que no aborda, seguramente será para otro momento, es la desconfianza del presidente hacia otros. En el caso concreto de algunos ministros de la Suprema Corte de Justicia.
La desconfianza es derecho de toda persona, incluso hasta de quien encabeza un gobierno. Hacerla pública es, sin duda, más que imprudencia una ofensa. Queda claro que el presidente no tiene mucho aprecio por el respeto que le debe a otros, a particulares y, desde, luego a autoridades o quienes encabezan órganos de autoridad. Reproduce el prejuicio de muchos y eso da popularidad, pero está lejos del decoro al que obliga la responsabilidad pública y particularmente la investidura que dice respetar.
La Suprema Corte de Justicia, al igual que el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación son instituciones fundamentales de orden jurídico nacional. Dos órganos jurisdiccionales y uno responsable de organizar las elecciones y cuidar que se respete la ley en la materia. Un examen de los tres revelará una integración ejemplar en sus órganos colegiados superiores. No son infalibles, pero sí muestran, con singularísimas excepciones como es el caso del magistrado José Luis Vargas, ex presidente del Tribunal Electoral, condiciones de profesionalismo y lealtad institucional.