Viaja Sheinbaum a Brasil para su debut en G20; esta es su agenda
La respuesta del INAI a la carta del presidente establece un sano precedente en el desempeño de los órganos autónomos. Clara, contundente, rigurosa y oportuna. No requirió de mucho para hacerle saber al presidente la improcedencia de su solicitud y la ilegalidad de su proceder. La respuesta todos la sabían, incluso el presidente. ¿Por qué lo haría? Seguramente un acto de provocación, un fallido intento de mostrar que los órganos autónomos son tapadera de lo que el pueblo quiere. En este caso, conocer los ingresos y la situación patrimonial de los periodistas en la lista negra del presidente.
Culpa y miedo son los dos sentimientos que más han influido en la contención del abuso del poder presidencial. Culpa y miedo de muchos de los encumbrados que, efectivamente, se beneficiaron ampliamente de una relación indebida y con frecuencia corrupta entre el poder presidencial y sus negocios. Culpa y miedo de muchos políticos beneficiados y enriquecidos por la venalidad e impunidad. Miedo de muchos que no quieren exponerse a la UIF, a la Procuraduría Fiscal o eventualmente a un incómodo citatorio de la FGR. Miedo de muchos a ser balconeados en la mañanera como un ciudadano non grato en ante quien dirige la cuarta etapa de la transformación de la patria.
Las cosas han llegado muy lejos por el abuso presidencial. Su respuesta ante las revelaciones de la “casa gris” lo han mostrado dispuesto a todo, incluso a violentar el código básico del servicio público: desentenderse de la ley y de la Constitución. La conducta presidencial ha sido calificada como demencial por rigurosos observadores políticos. Ya se sabía de la hipersensibilidad presidencial en el tema de sus hijos, la revelación de Latinus le hizo perder sentido de los límites y confirmó que el peor enemigo del presidente es él mismo.
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