
Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
Desde abril del año pasado, esta columna concluyó que la vacuna llamada Patria, no es producto de investigación científica mexicana; apenas hace unos días, casi un año después, la titular de CONACYT reconoce que es resultado de investigación científica en otro país.
Así termina de caer, en voz propia de la autoridad en Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; la falsedad, una de tantas, que hay una vacuna mexicana, el evento, durante una homilía, además de publicarlo por escrito, tenía el pretexto de comunicar los resultados de la investigación clínica.
De cínico descaro es que se pretenda bombo y platillo para comunicar “resultados preliminares de la fase 1”, dijo CONACYT, a más de casi dos años de pandemia -la OMS decretó pandemia el 22 de marzo de 2020- y apenas van preliminares de la fase 1.
Es una mofa que se anuncie como investigación científica propia y de avanzada, son sólo 90 voluntarios en el estudio, número que no es estadísticamente representativo; que sea a dos años después de plenitud en la primera ola; que apenas sea la fase 1 cuando hay cientos de miles de muertos por COVID19 en México.
Aunque la intención de CONACYT es otra, no es burla ni falacia que aseguren “que el proyecto vacunal Patria es el resultado de las nuevas políticas de innovación tecnológica del Gobierno de México, que establece y coordina el Conacyt,”, dice su comunicado 280/2022; de hecho, todas las políticas públicas en CTI son igualmente fallidas en la actual administración federal, así que, sí, éste proyecto representa los actos desde Insurgentes Sur.
Si además tomamos en cuenta que es improbable un incremento presupuestal público para CTI en lo que resta del sexenio, que no hay políticas para promover la inversión privada, ni nacional ni internacional, y que los fideicomisos fueron extintos irresponsablemente; no es difícil concluir que el evento más probable para la CTI mexicana es que ninguna de las políticas públicas sirva para algo.
CONACYT no ha sido capaz de promover políticas públicas en salud, el estudio comentado arriba es muestra, pero tampoco en alimentos, agroindustria, medioambiente, agua, o energía … en nada, pues.
Pensemos en energía, por ser prioritaria, donde se da cuenta un enorme contraste entre las políticas públicas en México, desde CONACYT, con las de Corea del Sur.
El pasado lunes 14 de febrero se realizó en Seúl la séptima reunión conjunta entre a Unión Europea y la República de Corea, se reunió el comité conjunto sobre cooperación científica y tecnológica.
Ambos lados, el coreano y europeo, expresaron su interés y plan para cooperar en el desarrollo de tecnologías verdes, como por ejemplo energía generada por hidrógeno, a través de una gran variedad de actividades, incluyendo intercambio entre profesionales de la CTI.
Además, en esa misma reunión, el viceministro coreano anunció que su país iniciará negociaciones para que Corea de Sur se una al programa Horizon Europe como un país asociado; hecho que seguramente sucederá, por ello el anuncio y la entrega formal por escrito, y significa que Corea de Sur realizará aportaciones presupuestales para el financiamiento conjunto de investigación en CTI.
Se ha dicho por diferentes personas, en distintos momentos y foros que hace 50 años Corea y México teníamos similitudes, incluso la economía coreana era menor que la mexicana en la década de 1960; luego de decenios de políticas públicas correctas allá, la República de Corea ha rebasado por mucho a nuestro país.
Son esta clase de políticas públicas, como la anunciada en la séptima reunión coreana-europea, allá en Seúl, las que marcan una diferencia de contraste con lo que ha sucedido en México; agudizado, por una mentalidad obtusa, en los tres años recientes.
Vaya, en México, durante el sexenio actual, está restringido que profesionales de CTI salgan a reuniones científicas o a intercambios, de financiamiento ni hablar.
Con sólo tanta palabrería ideologizada no atenderán su obligación de ley en CONACYT.