Dos detenidos señalados por robo de moto a repartidor en Iztacalco
La detención del responsable de un homicidio no debiera significar una buena noticia. Sí lo es, y mucho, en el país de la impunidad, causa y razón para que el delito gane terreno. En sociología criminal tiene sentido que la crisis familiar, económica o de valores propicie la delincuencia, pero el sentido común y la simple lógica muestra que el incentivo mayor es la ausencia de justicia que, además, afecta a las víctimas. Como política pública pudiera entenderse que se combata al crimen en sus causas profundas, pero no como respuesta de Estado: debe haber justicia, la que inicia con la detención de los presuntos responsables.
Debe darse por cierto que muy distinto sería si se diera la batalla en serio para abatir el oprobio de la impunidad. El objetivo de esta generación es la certeza de derechos como en su momento, al cierre del siglo pasado, fue lograr la normalidad democrática, hoy, por cierto, bajo acecho debido a la falsa idea de que fue un logro irreversible.
Quienes hemos alzado la voz exigiendo justicia en los casos de los periodistas ejecutados debemos ver con beneplácito el anuncio del Presidente y sus colaboradores de que, en el marco de la colaboración con la Fiscalía del Estado de Baja California, se haya detenido a tres presuntos responsables de la ejecución de Lourdes Maldonado. En voz del subsecretario Ricardo Mejía, no se ha esclarecido del todo la acción delictiva y, si fuera el caso, seguramente la identidad del autor intelectual del homicidio. No solo falta que se transite hacia la justicia, también se debe detener a los responsables de las ejecuciones de muchos otros periodistas, en este y otros años.
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