
Los niños que fuimos
Colegas me han comentado una preocupación recurrente sobre los efectos que tendrán las decisiones que ha estado tomando la administración actual de CONACYT sobre la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Una coincidencia es sobre la preocupación, con matices ya que hay quienes son más pesimistas, otras personas algo optimistas o, de plano, con resignación pues sus condiciones en la universidad o centro público de investigación, CPI, donde laboran, han sido malas por decenios, ahora pésimas.
Los embates desde Palacio Nacional a instituciones de educación superior son cínicos por evidentes y torpes por destructivos; además son replicados en copia burda desde Insurgentes Sur para auto-propinarse palos en las piernas … aunque no se percaten, así es.
Además de los casos en las instituciones públicas, universidades y CPIs, están la injerencia en un conflicto entre particulares; mismo que afecta a miles de estudiantes, sí me refiero al conflicto entre la UDLA, en la CDMX, y la UDLAP, en Cholula, Puebla.
En ese caso se intuye la intervención de funcionarios públicos como el Fiscal General de la República y el Gobernador de ese estado; del primero mas clara porque hay documentación desde que fue rector de la UDLA, del segundo por intuición dada la fuerza del titular de la FGR.
Este caso es un frente más que se abre en el actual sexenio.
Los frentes con embates desde autoridades públicas, federales y locales, se deben compensar, contrarrestar y corregir por actos de la sociedad misma; varias generaciones de recursos humanos están en juego.
Sumado a lo anterior se da cuenta de una intención desde la Secretaría de Educación Pública, SEP; ese sector cuya titular ha sido señalada de uso de recursos de particulares, empleados en Texcoco, donde presidió el Ayuntamiento, para procesos electorales … para delinquir electoralmente.
La intención de la SEP, según ha trascendido, sin que hayan desmentido el asunto, es borrar conceptos por ser considerados como neoliberales; que gran torpeza y riesgo.
Torpeza porque en tiempos actuales, a menos que restrinjan el acceso a internet –mejor no doy ideas norcoreanas- la información está ahí y cualquiera puede leerla.
Hay riesgo porque la sola intención de eliminar conceptos, cualquiera que fuere, equivale a la quema de libros – de la misma manera es torpe, doblemente, porque no serían los únicos libros en el mundo entero-; la ceguera de la ideología nubla toda objetividad.
Esta columna sostiene que todo concepto, todo, debe tener la posibilidad en su acceso; que cada persona lea lo que tenga a la mano, tanto como que se pueda hacer de lo que le interese leer y no tenga a la mano.
La expectativa del acceso a conceptos, conocimiento y literatura es que haya quienes lean, comprendan y aprendan sobre las diferentes formas y acepciones que la humanidad ha desarrollado en su devenir; lo opuesto, borrarles o quemarles, ha sido adoptado por formas de estado distintas como fascismo, nazismo, autoritarismo o como cada versión haya sido construida.
Es Inaceptable que con la rectoría del estado pretendan eliminar conceptos, cualesquiera, para doctrinar, para inducir una ideología específica; por eso en México se evolucionó a la educación laica durante el Siglo XIX, para evitar la doctrina dogmática en las aulas.
Este asunto viene al cuento en la CTI porque, entre otros efectos desfavorables, la intención de la SEP terminará por perjudicar a generaciones enteras que en unos decenios quisieran involucrarse en la actividad científica; de por sí, las condiciones pandémicas preocupan sobre los procesos cognitivos y de aprendizaje en infantes y adolescentes, además de la gran deserción documentada de forma reciente.
El pronóstico es incierto, pero a todas luces desfavorable; el horizonte de afectación de las decisiones en esta administración federal también es impredecible, por estocástico y sin linealidad, la actuación de la sociedad y sus instrumentos formales es requerida de manera organizada.
Muchos frentes por atender.