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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 28 de noviembre de 2018.- Durante el taller “Feminicidios: Concepto y análisis desde la perspectiva jurídica y sociológica. Alcances y realidades del mecanismo de Alerta de Género en San Luis Potosí”, impartido por Celia García Valdivieso del Laboratorio de investigación: Género, Interculturalidad y Derechos Humanos del Colegio de San Luis (COLSAN), se estableció una relación entre las crisis del orden patriarcal, el cuestionamiento de la dominación masculina derivada de emergencia social de las mujeres y el incremento en la violencia feminicida.
García Valdivieso expuso que los hombres han “sufrido” los cambios generados por el nuevo papel de la mujer en la sociedad, ya que espacios antes dominados por ellos ahora les son “arrebatados” y por ende se presenta el “reforzamiento” del control, la autoridad y la disciplina sobre ellas.
Definió como “machismo ultrajado” al que los hombres “sientan que les están quitando todo”, por lo que actúan de forma violenta.
Luego citó a la antropóloga Rita Segato, quien estableció dos líneas de dominación: una vertical, en la que se entendía que los hombres eran superiores a las mujeres, al establecer que mejores cargos institucionales, salarios y educación son dirigidos a varones.
Otro horizontal en el que aquellos hombres que dejan a sus mujeres crezcan más que ellos, son juzgados por sus pares y se les califica como “mandilones, poco masculinos y se pone en tela de juicio su virilidad”.
En la charla impartida en el COLSAN, señala que en los espacios en los que mujeres salen del orden establecido inician las muertes violentas.
Ejemplo de ello, la investigación realizada en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde se analizaron, a través de evidencias y registros sistemáticos, los feminicidios ocurridos desde 1993, que iniciaron con la llegada de maquiladoras y las mujeres que comenzaron a trabajar en ellas.
Otro medio de control es la impunidad, pues al no haber justicia para mujeres víctimas, se establece una demostración simbólica de que “hacen algo mal: para qué andaba de loca, porqué se vistió así, para que salió de noche”. No se da por casualidad y es necesaria para mantener el control.
Establece que hay una crisis en los esquemas patriarcales de género y la violencia, directa o indirecta, opera como un dispositivo de control; sirve como un reacomodo derivado de la participación femenina en nuevos espacios.
En el marco jurídico, explicó que el Código Penal establece el feminicidio como un tipo penal independiente y se categoriza como “delitos contra la vida y la integridad corporal”. En el que se establece como que el sujeto activo es quien tenga un rol masculino, el sujeto pasivo siempre será una mujer, y la conducta típica es la privación de la vida.
Indicó que en el 2011 se realizó una reforma constitucional, en la que se establece que tratados internacionales de derechos humanos firmados por México pueden ser tomados a favor de la víctima y tener un mayor peso que legislaturas locales.
Tal es el caso la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (por sus siglas en inglés CEDAW) para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres; y el Tratado Belém Do Pará, para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer.
Por otra parte, el poder judicial está obligado a llevar los casos de violencia con el protocolo para juzgar con perspectiva de género, analizar el contexto y tener detalles que den elementos para saber lo que sucedió, y colocar en igualdad de condiciones a la víctima y el victimario.
Al finalizar, se hicieron reflexiones entre las participantes en las que se consideró necesario reeducar a las personas sobre el tema del machismo; que se comprenda que el problema de la violencia abarca un todo y afecta, no solo a las mujeres, sino a todos los integrantes de la sociedad.