Escala joven de Xilitla, SLP, el Aconcagua; montaña más alta de América
Lo patético es que a tres años del sexenio seguimos viendo a un
político en eterna campaña, peleonero y cínico, que no sabe qué no
sabe, y para en errores por ignorancia, incompetencia, narcisismo y
megalomanía.
La Conferencia Mañanera, además de ser un medio de comunicación,
parcial, a modo, y con cargo al presupuesto, se le enreda cada día más a
Andrés Manuel López Obrador.
En un lastimero pasaje, Andrés Manuel leyó un tuiter de Diego Fernández
de Cevallos donde le dice “imbécil, resentido” y “Tartufo” (video
https://youtu.be/ZxAuK3V3SoY).
Con esta exhibición, el presidente buscó acusar con el pueblo al candidato
del PAN a la presidencia en 1994. El tono era el típico “¡Miren lo que me
dijo, ahhhh!”.
Me recordó cuando el candidato del PRI en el 2000 Francisco Labastida
Ochoa en un debate acusó al candidato del PAN Vicente Fox Quezada:
“Me dice chaparro, la vestida, mariquita…”.
El grisáceo ex gobernador de Sinaloa disgustó hasta a los de su propio
partido.
Ahora lo patético es que a tres años del sexenio seguimos viendo a un
político en eterna campaña, peleonero y cínico, sin saber qué hacer con su
gobierno, temeroso de seguir cometiendo más errores por simple
ignorancia, incompetencia, narcisismo y megalomanía.
Lo grave es que está en juego el país.
Las conferencias mañaneras, como su trinchera desde donde cree que va
a conquistar México y Latinoamérica, cada vez son más aburridas. La
aparición de los miércoles de “La Vilchis”, Elizabeth González, es una
sección llorona, mentirosa, con una dicción atropellada de voz chillona y
vulgar, es de total güeva y pena ajena.
Se ve que López Obrador busca acortar los espacios de cuestionamientos,
y siempre tiende a reducir la conferencia a un monólogo donde simulan
que le preguntan, y él que responde.
Hoy la acusación a Diego pintó de cuerpo entero la pequeñez de alguien
que ocupa un puesto destinado a gigantes, ya que, aún cuando muchos no
han honrado la silla y la banda, este lunes fue de “¡trágame tierra..!”.
Tartufo es sinónimo de hipocresía, falsedad e impostura. El calificativo
existió en Italia antes de la obra de Moliere (Jean-Baptiste Poquelin), quien
lo inmortalizó en 1669.
Andrés Manuel cree encontrar en Diego al antihéroe ideal que escenifique
al político tramposo, corrupto y malévolo, pero el queretano no tiene nada
que perder, e independientemente de todo es un gran polemista que le va
a dar mucha guerra.
Tartufo, a pesar de ser un gran clásico, podría apostar que la gran mayoría
de los ciudadanos no conoce la obra de Moliere, ni siquiera la palabra, no
antes de Diego Fernández de Cevallos.
Ahora todo México piensa que Tartufo es “ya sabes quién”, que nació en
Macuspana, que es hermano de Pío, de Martín, y primo de Felipa.
Los espero este martes a las 3:30 en RadioFormula y Teleformula en el
programa de Eduardo Ruiz-Healy
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