Ironía
Desde hace varias décadas los mexicanos hemos pasado por un proceso de autocrítica en el que hemos reconocido que tenemos un problema sociocultural sobre la visión que tenemos De nuestra propia personalidad general y sobre los vínculos que formamos en los ámbitos comunales.
Esto se sintetiza en tres vectores el primero sería muy bien ilustrado en un chiste ya viejo que trata de una cubeta con cangrejos mexicanos la cual no requiere tapadera puesto que los propios cangrejos se encargan de que el que intenta rscapar se regrese adentro. El tema aquí es que los mexicanos en tiempos de prosperidad solemos boicotearnos o estorbarnos en vez de ayudarnos. El segundo vértice se refiere a que resultan intolerables para nosotros aquellos mexicanos que hablan demasiado sobre sus logros y capacidades, sobre todo si no hay pruebas de lo que se presume. Por otro lado cierra el triángulo precisamente aquellos que critican mordaz mente y a veces parece que fuera su único talento contra aquellos que presumen con o sin pruebas de sus acciones, o peor aún si Zé promete cualquier cosa que sea difícil para la mayoría.
Para los que toman la actitud soberbia de gritar a los cuatro vientos que por algo son mejores que los demás tenemos severos reproches, y más aún cuando El susodicho en su discurso contradictoriamente se pinta asimismo con humildad y modestia. Eso enciende el ánimo de más de uno. Y se genera la sinergia antes descrita, donde el presumido genera voces que lo critican y pretenden exponerlo en ocasiones mofándose de sus palabras, y él se sostiene firmemente en lo dicho con insistencia, creciendo la irritación de quienes lo cuestionan. En estas intercambio se percibe La dinámica negativa que hemos descrito con anterioridad en el chiste de la cubeta de los cangrejos.
Pero no me malentienda, abro un pequeño paréntesis para aclarar de que todos coincidimos en que hemos demostrado que en tiempos de necesidad y tragedia podemos ser los más solidarios y en ocasión de una crisis de cualquier índole como individuos podemos presumir que somos los más trabajadores, lejos ha quedado la imagen del sombrerudos con su jorongo descansando a la sombra de un cactus.
Pero decididamente hemos creado un nicho para esta permanente contienda entre los incrédulos criticones y los soberbios o hocicones. Tanesa así que en algunos casos se han institucionalizado, como ejemplo te recuerdo querido lector la famosa frase que los fanáticos del club América han acuñado para incrementar esta terrible dinámica desgastante al interior de nuestra sociedad: “ Ódiame más “. Quien conoce la historia del club América sabe que nació en una cuna que ella incomodaba a el resto de la población desde sus inicios.
En algún tiempo fueron conocidos despectivamente como los millonetas, y posteriormente cuando fueron adoptados por la empresa de comunicación y entretenimiento televisa, alcanzaron 1° superior de popularidad y repudio de parte de todos los demás fanáticos de los otros equipos.
La frase ódiame más es desafiante, pero reconoce su posición como objeto de críticas, y reitera su presunción pronosticando más logros y triunfos.
Y eso que tienen con qué presumir los del club América, ya que no solo es uno de los equipos con más seguidores, sino que ha sido casa de grandes futbolistas, y posee más títulos que cualquiera.
Pero no vamos a tolerar que lo restringen en nuestra cara y que sigan presumiendo descaradamente, de ahí que se procede a la dinámica de mofarse, criticarlos, e insultarlos. Dinámica vergonzosa y para nada recomendable, por supuesto.
En lo deportivo, social, económico, etc. cualquier ámbito donde cede un presumido le tenemos títulos ya preestablecidos como la divina garza envuelta en huevo, la última coca del estadio o el muy muy.
Los que detentamos la profesión o pasatiempo de criticar y exponer a dichos presumidos procuramos hacerlo de manera de que detengan su ofensiva discriminación, y prever que haya más individuos que se suman a esa disposición repulsiva.
Sin embargo a nivel vecindario, ámbito laboral, familia, etc. este tipo de individuos ensalzándose así mismos y proclamando con seguridad infalible su superioridad, resultan ser poco tolerables y suelen quedarse solos y sus andanadas de poesía egocéntrica A duras penas pasan de lo anecdótico. Pero cuando quien gobierna y tiene a su cargo cierto nivel de autoridad y posibilidad de ser escuchado por millones de personas sus cantos de sirena llenos de promesas y la exposición de capacidades y habilidades sin el sustento probatorio, resulta más que repulsivo aberrante.
Aplica inmediatamente aquella frase de “dime de que presumes y te diré de que careces” Y debería de llamar a la crítica de parte del ciudadano responsable y observador, no a quien a eso se dedica o cuyos intereses han sido mancillados, sino que en un afán democrático todo ciudadano debe de observar si existe o no engaño doloso en quien aprovecha su autoridad para alabar sus acciones cuestionables y no comprobables y para presumir capacidades extraordinarias, regularmente aquellas que el pueblo quiere oír aunque no sea creíble que puedan ser realizadas.
Por supuesto que todos sabemos que eso es prácticamente implícito en cada discurso político.
Pero muchos de los defensores de Andrés Manuel López obrador, de quien, efectivamente, estamos hablando, se niegan a ver que no presenta prueba o que la evidencia que pretende restregarnos es por mucho insostenible.
Claro que se tiene derecho a disentir, que aún cuando se está exponiendo la verdad sobre este personaje tu querido lector no creas lo que tus ojos ven y tus oídos escuchan, es totalmente tu prerrogativa, tu derecho.
Derecho que por supuesto queda ajeno a los opositores en contra de el gobierno de la 4T. Ya que las descalificaciones es una de las herramientas de la demagogia López obrador Ista. Ampliamente utilizada incluso por achichincles como la diputada que calificó de teatro la presencia de una madre de un menor con cáncer que rogaba de rodillas en el congreso qué se le permitiera el acceso a los medicamentos y quimioterapias para su paciente. O las implicaciones de que quienes protestan están siendo orquestados incluso desde su origen más oscuro por esta oposición que está más que señalada por los actores del teatro público ha llegado al presidente, Los columnistas y opinólogos que lo apoyan ciegamente y los integrantes de su club de fans que siempre se respaldará en la animadversión que el PRIAN les causa.
Así ha presumido más de uno que los movimientos de los gaseros y los obreros de dos bocas están llenos de infiltrados, y repudian desde su incondicional apoyo a este régimen, a quienes piden justicia de una forma que la ley permite, al estar en un país con libertad de manifestación, asociación, prensa y de expresión.
Pero aquel que algún día se manifestó, Protesto y alzó la voz contra un sistema que él mismo había apuntalado en su momento, hoy descalifica, ignora, contradice, señala, injuria y persigue, tal como el viejo sistema hizo con él. Bonita venganza escalonada.
Sin embargo el miope López obrador no puede ver más que lo que quiere ver, si hay un problema que debe atender como mandatario simplemente comienza señalando hilos de las inexistentes marionetas y fantasmales titiriteros, esto no quiere decir que la oposición no esté alzando la voz y orquestando algunas manifestaciones muchas de ellas abiertamente y otras de forma oculta, pero no todas son así. En este país es permitido que se hagan este tipo de acciones, están garantizadas por la Constitución, mientras no infringen la ley o se violenten los espacios comunes.
Pero no todas las protestas y manifestaciones actuales tienen una raíz en la política partidiaria, en muchas ocasiones los partidos se acercan tratando de sacar provecho en los quejosos pero no necesariamente están detrás de cada una de las voces que claman alguna exigencia de justicia.
Pero el pejelagarto en su egocéntrica alucinación mesiánica se niega a ver y escuchar a los que tienen frente y que no solo son sus interlocutores desafiantes y opositores sino que son por principio de cuentas parte de sus patrones, sus jefes, los ciudadanos libres que conforman el pueblo de México. Que una parte del pueblo no esté manifestándose no hace que la protesta legítima quede invalidada. Todos sabemos que algún día podremos estar en uno o en otro de los bandos.
Así que en respuesta a esta turbulencia conviene a Andrés Manuel con sus discursos dicharachero y que intentan ser una muestra de ingenio y picardía, pero que quedan como un severo atraso en la historia de la administración pública y de la política mexicana. Y más preocupantemente es un salto vigoroso hacia un autoritarismo y despotismo que ha sido desde hace tiempo el temor de quien ha visto detrás de su máscara de proverbial viejito mesiánico. Ojalá nos hubiéramos equivocado al advertir el peligro que significaba tener un personaje populista y auto ensalzado como es el gran líder de la 4T. Y aunque no todo lo que clamamos en su momento para exponerlo, se haya cumplido, lo palpable y tangible que podemos documentar, debería ser suficiente. Aunque el sordo del palacio nacional diga lo contrario.