¡A REFERENDUM! Reforma Judicial
El proyecto de presupuesto de egresos para 2022 fue entregado a la cámara de diputados del H. Congreso de la Unión.
Sin novedades, se espera que la discusión en San Lázaro resulte en ajustes presupuestarios; sin embargo, no parece que haya condiciones, de nueva cuenta, para prever algún incremento considerable a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, la suerte para los Centro Públicos de Investigación, CPIs, está prácticamente echada.
Ya sin los cantaleados y extintos fideicomisos, con retrasos significativos en la ministración de recursos a proyectos aprobados, de por sí son pocos, el próximo año luce desalentador; un año más sin dar cumplimiento al mandato constitucional de alcanzar el 1% del PIB para CTI.
Del presupuesto público será inviable que se alcance, no solo en 2022 sino en el resto del sexenio, no se ve cómo sin la participación del capital privado se cumpla el mandato; para ello faltan políticas públicas en la materia.
La descalificación recurrente desde Insurgentes Sur desalienta también a los capitales privados, por ejemplo, está el tema de cómo CONACYT presiona por la propiedad intelectual que resulte de proyectos realizados bajo su financiamiento.
Una lógica dislocada rige, si la propiedad industrial es de algún CPI, entonces es del estado mexicano toda vez que ese CPI es parte, como paraestatales que son, del poder ejecutivo; ¿qué sentido tiene presionar a que CONACYT sea propietario de los derechos de invenciones?
O bien, supongamos que CONACYT fuera propietario de tales derechos de patente por invenciones que resulten de su financiamiento, entonces ¿cuál será el mecanismo para que el capital privado tenga acceso a las invenciones de forma tal que se cubra el mercado con esa inversión?, no tienen idea.
Pero perfilemos el futuro, ya que desde Palacio Nacional se han citado nombres para arrancar la carrera al 2024; muchos nombres son sólo cortina de humo, otro par sonaban desde inicios de sexenio, par al que se ha sumado un senador.
Con una oposición desdibujada, por decirlo de alguna manera, aunque falta tiempo y todo puede pasar, el horizonte no se ve tan difuso.
La preferida del gran elector, con despacho vecino a Palacio Nacional, tiene carrera en CTI previo a su actividad como servidora pública; se desempeñó en la UNAM, con investigación doctoral en el extranjero, esa tan menospreciada en la homilía diaria.
Incluso ya se empezaron a cerrar filas, al menos con personalidades en cultura, empero en CTI han mantenido al margen a la otrora directora de la facultad de ciencias de la UNAM, bióloga y actual titular de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la CDMX.
He escuchado a colegas comparar a la jefa de gobierno con la Canciller Alemana porque ambas tienen doctorado y en albores de su quehacer tuvieron alguna actividad en CTI; la comparación está fuera de lugar, la Canciller Alemana promovió la CTI de su país con total determinación.
En contraste, la lealtad más que la capacidad es sobre-valorada por el gran elector, con sesgo a cada acto porque sin su respaldo se complican las posibilidades de cualquiera de quienes aspiran, ¿qué hará la actual Jefa de Gobierno en materia de CTI si llegara a la presidencia?
Es mal augurio que el sector de la CDMX haya sido promovido en esta administración con la mezcla de educación y CTI, debería tener claro que, si bien hay traslape entre sí, las problemáticas y necesidades que atienden educación y CTI son diferentes; sólo complementarias en los niveles educativos básicos, de seguir esa línea ¿buscaría un CONACYT autónomo constitucional o re- sectorizarlo en la SEP?
No se ha destacado presupuestalmente el sector que incluye a la CTI dentro de la CDMX, ¿seguirá esa posición desde Palacio Nacional y se proyectará un sexenio más sin determinación de financiamiento público o la concreción de políticas públicas que permitan a la CTI ser uno de los motores del desarrollo mexicano?
Ya se rodeó de actores, ¿lo hará con científicos o sólo de sus amigos?