
Refuerzan servicios del DIF en Villa de Pozos para apoyar a sectores vulnerables
RIOVERDE, SLP., 12 de agosto 2021.- Historiadores en Rioverde recordaron el día en que un grupo de notables intentaron enjuiciar al gobernador Julián de los Reyes, pero el bandolero contratado asesinó al jefe del ejecutivo, crimen que no fue castigado porque el gobernador interino era afín a la causa quienes apoyaban el gobierno de Antonio López de Santa Anna.
De acuerdo al cronista de la ciudad, Ricardo Castillo, el 29 de noviembre de 1852 la guarnición de Tampico se pronunció por el regreso al poder de José Antonio López de Santa Anna, ante ello, los rioverdenses secundaron este movimiento subversivo y se levantó un acta donde desconocía al Gobernador Julián de los Reyes, quien se había hecho reelegir.
Como protesta, formaron un llamado Directorio de Rioverde, organismo que tenía la misión de enjuiciar al gobernador. Estaba conformado por personas de relieve, tanto social como político.
Uno de los promotores más críticos fue don Manuel Verástegui, quien también fue conocido por ser el primer ciudadano en recibir un amparo.
El movimiento estuvo apoyado por las fuerzas militares acantonadas en esta localidad, así como por los soldados de la colonia militar de San Ciro de las Albercas hoy San Ciro de Acosta.
Para llevar a Rioverde al potosino, contrataron los servicios de un notorio bandido, al que se le conocía con el mote de El Amito o el Amito Andrés y tras el pago de ocho mil pesos, este se comprometió a secuestrar a Don Julián.
El nueve de enero de 1853, al caer la tarde, esperó a que el gobernador saliera a dar su habitual paseo por la Calzada de Guadalupe de la capital potosina. Al pasar frente a la Caja del Agua se le acercaron con cortesía y lo invitaron a que montara un caballo, que le tenían preparado.
Don Julián era un individuo irascible, por ello se había ganado el odio de mucha gente, de inmediato, con palabras altisonantes declinó la invitación. Con el ruido del alterado los curiosos y vecinos comenzaron a asomarse a las puertas de sus casas; esto no estaba previsto en los planes, y como, ni por la fuerza pudieron montarlo en el caballo, sencillamente le dieron muerte, huyendo del lugar de la escena.
Los resultados fueron los apetecidos por los miembros del Directorio; pues triunfante la revolución tomó el poder su candidato, el Lic. Ramón Adame, quien para febrero de ese año ya era el Gobernador en funciones.