
Una lección de misericordia
Esta columna ya ha comentado que existe riesgo por falta de mantenimiento en la operación de Laguna Verde, la nucleoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad, CFE, ubicada en el estado de Veracruz.
El asunto es de mayor preocupación que la generación eléctrica, misma que ha sido autorizada por 30 años mas; puesto que se ha documentado que el depósito de residuos radioactivos podría entrar en crisis por acumulación de desechos, con enormes riesgos ecológicos y para la salud pública.
Los residuos sólidos de Laguna Verde contienen Uranio con un muy limitado plan de gestión de desechos radiactivos y combustible nuclear al 2023; focalizado mayormente en el incremento de capacidad física para el acopio de estos.
El Uranio usado es peligroso toda vez que no hay procesos eficientes para hacerlo inerte, por lo que urge un manejo con prácticas enfocadas al cuidado medioambiental y ecológico.
No se trata de cerrar Laguna Verde, se trata de hacer un manejo de desechos apropiado y para ello la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, es una alternativa siempre que se hagan propuestas con base en estudios inter- y transdisciplinarios.
Si bien hay alternativas de menor impacto medioambiental, con una reducción en la huella de carbono por emisiones de bióxido de carbono equivalente, CO2e, para la generación de electricidad, como la eólica, biomasa o granjas solares, ahí también deben resolverse problemas técnicos.
De hecho, también la CTI es alternativa para resolver esos problemas; los inherentes como, por citar uno, los fenómenos de distorsión en la trasmisión de electricidad a consecuencia de la reconexión (llamado “anti-islanding”).
La reconexión se da luego de inducir un paro que evite daños en el electrógeno; hay muchos otros problemas a resolver.
En este tema, la política pública de la administración actual está basada en los combustibles fósiles, pero, además, tampoco se ven acciones claras para la generación, operación y manejo de residuos por nucleoeléctrica.
Tanto que desde abril de 2018 la Asociación Mundial de Operadores Nucleares (WANO, por sus siglas en inglés) emitió su evaluación bianual sobre el desempeño de Laguna Verde, se le otorgó una calificación promedio de 80.9 –con base en 100-; esa calificación significó casi 15 puntos por debajo de las otras 36 nucleoeléctricas evaluadas por WANO alrededor del mundo, cuya media es de 95.7.
Se dicen distintos, pero nada han hecho sino politizar lo técnico; al puro estilo del habitante de Palacio Nacional ven intenciones electoreras y golpistas donde hay temas y preocupaciones técnicas.
Hay un gran retroceso.
Veamos, una política de generación de electricidad con base en residuos fósiles impacta al alza las toneladas emitidas de CO2e.
Tal es el caso de vehículos eléctricos; de facto, si las baterías de estos son cargadas con electricidad generada por combustibles fósiles, entonces la huella de carbono del vehículo no se mitiga de manera relevante con su uso al transportar bienes o personas.
En consecuencia, no se favorece plenamente una transición energética de beneficio a todas y todos los mexicanos por igual; por el contrario, se perjudica a quienes estén en condición desfavorecida o vulnerable.
La situación anterior empora con vehículos de combustión interna.
De ello podría haber responsabilidad derivada de deficientes políticas públicas en materia energética, como por la operación de centrales nucleoeléctricas, termoeléctricas u otras.
Además, este hecho puede llevar a México hacia un incumplimiento de compromisos internacionales signados por el Senado de la República en materia medioambiental global.
La CTI puede ofertar soluciones en esta materia, pero tampoco hay políticas públicas en esta dirección.
CONACYT se halla enredado en su quehacer sin levantar la cabeza de manera seria hacia esta problemática; se anuncian foros y convocatorias, pero el hecho es que no tiene ni recursos financieros ni comunicación con la comunicad CTI como con los sectores que requieren de la CTI misma.