Preparativos para una amenaza llamada Trump
SE VALIENTE, SE PATRIOTA, VE A LA URNA Y VOTA.
Este monero quisiera empezar diciendo que el clima de violencia exacerbada que estamos viviendo el día de hoy en estas elecciones, las más grandes de la historia de México, es producto de todos. Qué tan culpables son los criminales como sus lazos con la sociedad y la política, aquellos que por miedo o por beneficio se han dejado convencer para permitir lo que hoy está ocurriendo. Y claro, el resto de millones de mexicanos en medio de esos extremos.
Pero lo primero que viene a mi mente, producto de la rabia, la indignación, el asombro y el asco por las políticas y estrategias que ha desarrollado y responsablemente, es qué esta tormenta de sangre que se vive en nuestro ámbito electoral es producto del gobierno federal. Sí, de Andrés Manuel López Obrador y su fallida administración. Para sacar de la mesa el tema, sé que habido algunas cosas buenas, pero ninguna es tan importante o impresionante como para borrar aunque fuera un poco de lo malo que ha traído. El Estado está fallando. Está incumpliendo con sus responsabilidades más básicas e imprescindibles, con derechos que son inalienables a nuestra ciudadanía. Es una tarea sumamente difícil, la de defender y proteger la seguridad del mexicano, pero es una tarea prioritaria (a la par del tema de salud, pero también ha fallado en ese aspecto así que dejémoslo atrás y sigamos hablando del tema de la seguridad) especialmente en estos días en que otro factor indispensable para la supervivencia y futuro del país se ve severamente dañado por la inseguridad, la democracia.
Como en todo lo que Andrés Manuel ha decidido cambiar, estamos viendo el lento proceso de oir propuestas absurdas y unilaterales, alegando que él tiene la voz del pueblo en su bolsillo. Después efectúa los cambios arrancando hasta la columna vertebral de los grandes temas, que de alguna manera estaban siendo solventados, principalmente con el argumento de que en todos los ámbitos debe de luchar contra la corrupción. Nadie cuestiona su intención en primera instancia, sino como proyecta y ejecuta lo que él cree que es una solución. La corrupción es un tumor completamente arraigado que compromete todos los órganos no se trata simplemente de arrancarlo de un solo tajo porque, o no se logra desaparecer sus raíces, o se llevan los órganos vitales con los que funcionamos. Es decir, deja completamente mermadas las instituciones a las que ha querido echarle mano. Y de nuevo no se cuestiona su intención sino como algo que tendría que ser tratado con una delicada cirugía con manos expertas y firmes, o con un proceso bien planeado como las quimioterapias o radioterapias serían en este símil de un organismo canceroso, y el procede solamente arrancarlo con las manos de forma ostentosa y farandulera, sustituyendo despues de alguna manera el órgano extirpado con una pieza completamente diferente y qué tal vez funcione, pero después de un proceso demasiado largo, proceso al que no tenemos tiempo. Dejémonos de metáforas, lo está haciendo mal tal vez tenga buenas intenciones, pero lo está haciendo mal. Y es que tomar el mismo criterio para cada uno de los temas que quieren modificar o reformar o transformar o como se le dé la gana decirlo, es uno de sus primeros errores no puedes actuar de la misma manera para el sector salud, que para el campo o para la seguridad.
Pero regresando a los dos temas que se empatan en este momento, la seguridad y la democracia, es terrible el clima que estamos viviendo, los candidatos están siendo arrancados como si fueran frutos maduros. El crimen organizado, la rencillas locales, los caciques voluntariosos y sin límite, los psicópatas que han infiltrado las líneas políticas y los partidos y que lejos de tener estrategias y experiencia política, deciden usar caos, destrucción muerte como herramientas para ganar, son personajes que en otro momento estaban limitados porque había gobiernos, no perfectos, que les vigilaban y que no hacían sugerencias tan estúpidas como “abrazos, no balazos”. Hoy el gobierno es una pantomima de payasos dirigida por el charlatán insufrible sin conocimientos ni capacidad. Un buen líder en tiempos de revolución o transformación no debería estar asustando a unos mexicanos contra otros, debería dar un ejemplo de fortaleza, firmeza, integridad y respeto, dejándose atrás las burlas, la sorna y los insultos a las personas que gobiernan. Una de las grandes flaquezas de Andrés Manuel López es que llegó con el rencor y el odio como combustible en las venas, y al verse en una posición privilegiada otorgada por una gran cantidad de mexicanos, creyó que era momento de hacer eco en esas voces que se escuchaban en las plazas, cafés, en las cocinas de los mexicanos, viendo los noticieros o platicando con los amigos del trabajo, aquellas conversaciones donde volaban de lado a lado las mentadas de madre hacia el presidente mientras un tercero reía, aquellas donde compasión o indignación algún mexicano infería que él podía hacerlo mejor que el estúpido gobernador o el alcalde de su ciudad. Aquellas voces que son un derecho de cada mexicano pero que sean solo la comidilla con la que intercambiamos nuestro pensamiento, cuando se pone serio un mexicano, analiza las cosas y en silencio dentro de su corazón sabe lo que es correcto, incluso si lo correcto es disruptivo. Esas voces exaltadas son expresiones libres, peor no son una guía de trabajo y administración de un país.
Muchas veces este tipo de pensamientos (constructivos o de exigencia) se comparten con iguales, con pares que a su vez se van convirtiendo en voces altas, y que encuentran algún líder que acoge esas ideas y las presenta al pleno, pero son ideas constructivas, o si no ideas que cambian que modifican, pero se presentan con la intención de discutirla con otros, tal vez con otros líderes de otros grupos o en los plenos de los congresos locales, entre regidores de las alcaldías, en el Senado de la República, etc. porque eso es lo que somos, una República donde somos representados por personas que escuchan nuestras voces, supuestamente, y las discuten con otras personas analizando la ley, proponiendo cambios o añadiduras. Pero nunca de una forma unilateral y autoritaria. Nadie manda en este país, el presidente preside un gobierno, y está en la posición de proponer estrategias para ejecutar lo que la constitución le indique. Si necesita modificar la constitución entonces hace proyectos que se entregan en estas cámaras del poder legislativo y esas leyes si son aprobadas se amalgaman a las que ya teníamos y con las que funcionamos como país.
Por eso es tan importante que exista un legislativo independiente que pueda responsablemente analizar y sopesar las propuestas del ejecutivo, pero también que revise la ejecución de estas acciones de gobierno en el margen de la ley, ley que no solo faculta, sino que exige que el gobierno actúe, administre. Cuando vemos que los legisladores del mismo partido del presidente, ignorantes, serviles, absurdos y muy lejos de representar la inteligencia de los mexicanos de su región, más bien representan los sentimientos más oscuros y perdidos de grupos e intereses, se arrojan a los pies del presidente y pretenden hacer su voluntad a costa de lo que sea, sabemos que tenemos un poder legislativo débil, fracturado y hueco. Y un ejecutivo con un poder creciente absoluto y terrorífico.
No existe un equilibrio. Existe una rampante autocracia a punto de convertirse en una forma muy diferente de gobierno de la democracia en la que hemos nacido. Una democracia que, por supuesto no es perfecta pero que está por muchas razones mejor para nuestro país que una dictadura, una pseudo monarquía, un despotismo moderno, o una utopía inversa. Con pánico he escuchado las voces de quienes advierten en esta etapa temprana, la democracia está en peligro, he dejado claro, desde las alturas está amenazada por un gobierno que llegó gracias a las bondades de la propia democracia que quiere cambiar por deseos insondables.
Pero también desde el subsuelo, desde la podredumbre de los resquicios marginales de nuestra sociedad, desde el actualmente apapachado crimen organizado, está ocurriendo una disrupción inconmensurable y cuyas consecuencias tendremos lamentablemente que pagar todos. El clima de inseguridad en época electoral es responsabilidad del gobierno federal y de los gobiernos de los estados, estas elecciones se verán marcadas por muchos problemas (pandémicos, económicos, cambios globales, etc) Pero más que nada y más que nunca, por la violencia y la muerte que han puesto a temblar un país, su democracia y sus instituciones desde los cimientos.