Libros de ayer y hoy
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, CONABIO, es una comisión intersecretarial creada en 1992.
El Presidente de la Comisión es el titular del Ejecutivo Federal y está integrada por 10 Secretarías: SEMARNAT, SADER, Bienestar, Economía, SEP, SENER, SHCP, SRE, Salud y SECTUR.
Tan musculosa y fortificada composición no ha sido suficiente para evitar reducciones presupuestarias, disfuncionalidad y olvido de tan relevante comisión nacional.
Recientemente CONABIO ha prescindido de los servicios de unas decenas de especialistas a consecuencia de insuficiencia presupuestal.
La pérdida de posiciones es lamentable, lo es mucho mas la imposibilidad de cumplir con su función.
El hecho sucede ya que la atención desde Palacio Nacional está puesta, casi de manera exclusiva, en un proyecto electoral más que en cualquier otra actividad pública en México.
¿Qué enseñanza deja este hecho para la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI?
Parte de la respuesta está en el anteproyecto de reforma a la vigente Ley de Ciencia y Tecnología, LCyT.
En el anteproyecto, la administración federal actual pretende que un consejo de estado sea quien dicte directrices en CTI, un órgano nada mas y nada menos que presidido por el titular del ejecutivo federal; muy parecido, cabe decir, a aquellas pretensiones al formar CONABIO hace casi 30 años.
Similar destino sería a la CTI cuando en una sola persona se centren las decisiones.
Es un error grave en busca de lograr los mas altos designios; empero, no es función social del presidente de una república federal tan compleja como México.
Dejar en manos de una figura, como la presidencial, toda decisión, actuación y política pública es defecto arraigado en nuestro país.
El presidencialismo excesivo hace, por decir lo menos, ineficaz e ineficiente a la operación y servicio público.
Nadie puede dudar la relevancia transgeneracional, medioambiental y ecológica de tener conocimiento público de la biodiversidad para un manejo apropiado.
Bueno casi nadie porque sí se ha olvidado desde palacio nacional, se ve en cualquier otra dirección excepto la de CONABIO y, dicho de paso, CONACYT.
La CONABIO fue concebida como una organización de investigación científica aplicada, promotora de investigación científica básica, que compila y genera información sobre biodiversidad, desarrolla capacidades humanas en el área de informática de la biodiversidad y es fuente pública de información y conocimiento accesible para toda la sociedad.
¿Por qué no está en CONACYT?
Porque las finalidades son distintas; aunque pueden ser complementarias CONABIO y CONACYT han sido creados para atender necesidades diferentes.
No obstante, el fin del personal en CONACYT puede ser similar; por ejemplo, de las llamadas Cátedras CONACYT.
Los efectos que sufre ahora CONABIO podrán ser similares si se aprueba la dependencia de designios presidenciales a la CTI; los CPIs dependientes del consejo nacional están en grave riesgo y será mayor de aprobarse el anteproyecto de reforma a la LCyT
Quizá el anteproyecto de reforma para la LCyT entre a la agenda legislativa en la siguiente legislatura, depende de la composición partidaria en los curules y de las prioridades; ya que se ha sentenciado virulentamente una nueva reforma electoral, la discusión legislativa para CTI podría ser brincada en la fila.
Se ha escrito en esta columna, la autonomía constitucional es alternativa para CONACYT y, además, para CONABIO.
Desde la sociedad podemos delegar el mandato social de la carta magna en órganos autónomos; esto para crear instituciones que operen en la capitalización de los beneficios que la sociedad misma requiere.
Ahora bien, la autonomía constitucional no evita la dependencia del presupuesto público, pero sí permitiría tener políticas públicas mas allá de una agenda política presidencial.
Esa clase de organismos también pueden ser reformados y vigilados, hasta desaparecidos, aun así son una alternativa estructural mas sólida que una entorno al presidencialismo.