Libros de ayer y hoy
El próximo 16 de abril habrá un panel de discusión en relación a la vacuna mexicana; tiene como título “¿puede haber una vacuna mexicana?”, veremos la respuesta.
El panel no es promovido por CONACYT, sino que está ligado a la iniciativa privada.
¿Será esa mesa sobre la que desde Palacio Nacional llaman Patria? … al puro estilo de hacer creer una identidad nacionalista, con obvia intención en el horizonte de las próximas semanas.
Al momento los hechos son que en la carrera por diseñar una vacuna en México, la Universidad Autónoma de Querétaro, UAQ, ha dado a conocer algunos avances, aunque le falta mucho por hacer.
Ante el deficiente financiamiento público, ya que ni la SEP ni CONACYT le apoyaron de forma debida, la UAQ lanzó algo parecido a un “vacunatón”; con convocatoria al recurso de particulares para acaecerse de financiación a fin de terminar el desarrollo de su iniciativa a una vacuna mexicana.
Hay otros esfuerzos en México, CONACYT ha hecho mucho muy poco, por decirlo de alguna manera.
La ausencia desde Insurgentes Sur no es sorprendente, ante su desvaloración evidente a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, mexicana.
No sobra traer a colación el caso de los ventiladores sin producir y de los aún seguimos sin saber lo suficiente; hay mas hechos, estos son suficientes para dejar claro el punto.
¿Acaso no hubiera sido posible financiar a la UAQ, así como otros esfuerzos, con los recursos de los ahora extintos fideicomisos?
Pero el hubiera no existe, sólo queda el hecho de la extinción en una colección de disparates.
Si bien alguien podrá creer que los recursos de los fideicomisos fueron a atender el problema pandémico, habría que probarlo para que fuese un hecho; mientras, otra posibilidad es haber apoyado los esfuerzos en desarrollo de vacunas, producción real de ventiladores y otras iniciativas en CTI mexicana que también habrían atendido la complicación pandémica.
Un elemento que debe recordarse es que, en su discurso, CONACYT alude a la soberanía tecnológica nacional, luce sólo como palabras sin hechos demostrables.
Otro hecho es el siguiente, éste sí es oficial de CONACYT.
Ayer, martes 13 de abril, acompañando la homilía de Huey Tlatoani, la Directora General del CONACYT ha anunciado el inicio de la Fase 1 de la vacuna llamada Patria.
Incluso tienen programadas las fases 2 y 3; que se realizarán en dos meses cada una, ¿acaso será tiempo suficiente para probar posibles efectos secundarios graves?
Luce muy difícil; basta ver el caso de dos vacunas con eventos aislados de trombosis, cuya frecuencia no es suficiente para impedir el uso de tales vacunas, pero de la cual se desprende que hay una asociación aun por investigar.
En las infografías usadas por CONACYT para el anuncio aparece una distribución triangular para el caso.
En la investigación clínica INER e IMSS, en la científica destacan UNAM, IMSS e Icahn en Monte Sinaí, y en la innovación, quizá quisieron decir producción en masa, AVIMEX.
Pero es no tan mexicana, ya que, según un boletín de prensa del CONACYT, es una que se tendrá a través de una licencia, otorgada por Medicina Icahn en Monte Sinaí para uso exclusivo en México; licencia a favor de Avimex.
En la WEB se puede hallar que AVIMEX es una empresa de productos, vacunas, para salud porcina y avícola.
En el comunicado emitido por CONACYT se puede leer “Gracias a las tecnologías del vector de la enfermedad de Newcastle de la Escuela de Medicina Icahn en Monte Sinaí (Nueva York, EE.UU.), y de la estabilización de la proteína S o espícula del SARS-CoV-2, de la Universidad de Texas en Austin, se logró construir el candidato vacunal de mayor potencial clínico e industrial, bajo tecnologías licenciadas a Avimex por ambas instituciones”.
Así que es mexicana porque, dice CONACYT, se cuenta con licencia.
No es resultado de una política pública en CTI que haya financiado el desarrollo de una vacuna mexicana sintetizada con conocimiento fomentado en México.
Así se refuerza la pregunta, ¿de qué soberanía habla CONACYT?